viernes, 28 de agosto de 2009

Sobre la misteriosa "I" de San Pedro ad Víncula

La misteriosa “I” de la Iglesia de San pedro ad Víncula de Torralba (Huesca)

La Cadena de los Mundos

Se dice en la Bhágavad-Gîtâ: “En Mí todas las cosas están ensartadas como una hilera de perlas en un hilo”. Se refiere al simbolismo del sûtrâtmâ, es el Átmâ que, como un hilo (sûtra), penetra y une entre sí todos los mundos, a la vez que es también el “hálito” que los sostiene y los hace subsistir y sin el cual no podrían tener realidad alguna ni existir en ningún modo.
Este símbolo está también referido por una leyenda relatada por Homero. Zeus dice a los dioses del Olimpo: "Suspended del cielo una áurea cadena, asíos todos, dioses y diosas, de la misma y no os será posible arrastrar del cielo a la tierra a Zeus (...) Yo ataría un cabo de la cadena en la cumbre del Olimpo y todo quedaría en el aire. !Verdaderamente supero a los dioses y a los hombres!".
Cada mundo, o cada estado de existencia, puede representarse por una esfera que el hilo atraviesa diametralmente, de modo de constituir el eje que une los dos polos de la esfera; se ve así que el eje de este mundo no es, propiamente hablando, sino un segmento del eje mismo de la manifestación universal íntegra, y de ese modo se establece la continuidad efectiva de todos los estados incluidos en esa manifestación.

De alguna manera el eje que nombramos es asimilable al llamado “séptimo rayo” del sol. Eje que no es geométricamente representable, porque si se representa un mundo por una esfera, dicho eje no debería ser en realidad ninguno de los diámetros de esta esfera. Si consideramos los tres diámetros ortogonales que forman los ejes de un sistema de coordenadas tridimensionales, las seis direcciones opuestas dos a dos que ellos determinan no son sino los otros seis rayos del sol; el “séptimo rayo” debería ser igualmente perpendicular a todos ellos, pues solo él, en cuanto eje de la manifestación universal, es lo que podría llamarse la vertical absoluta, con respecto a la cual los ejes de coordenadas del mundo considerado son todos relativamente horizontales. Como hemos dicho, es evidente que esto no es geométricamente representable lo que muestra que toda representación es forzosamente inadecuada; por lo menos, el “séptimo rayo” no puede representarse sino por un solo punto, que coincide con el centro mismo de la esfera; y esto indica que el eje mismo es verdaderamente “invisible” y solo puede percibirse de él el punto que es su “vestigio” en ese mundo. Esta imagen simbólica la podríamos ver representada por la i latina, formada por un punto y una línea vertical.

La “cadena de los mundos” es reprensada más a menudo por una serie de esferas ensartadas al modo de las perlas de un collar.
En las diversas tradiciones, el símbolo más corriente de la “cadena de los mundos” es el rosario. y haremos notar en conexión con lo que decíamos al comienzo sobre el “hálito” que sustenta los mundos, que el elemento más esencial, en realidad, es aquí el hilo o cadena que une las cuentas. Observemos que desde el punto de vista externo, se ven más bien las cuentas que el hilo; y esto mismo es muy significativo, puesto que las cuentas representan la manifestación, mientras que el sûtrâtmâ, representado por el hilo, es en sí mismo no-manifestado.

Este dibujo, de alguna manera, realiza una aproximación simbólica al eje mismo y sus diferentes eslabones y esferas.
En la tradición india el rosario se denomina aksha-mâlâ o guirnalda de aksha’ y también aksha-sûtra. La raíz verbal aksh-, de la cual deriva esa palabra, significa ‘alcanzar’, ‘penetrar’, ‘atravesar’, de donde, para aksha, el sentido. primero de ‘eje’; y, por otra parte, aksha y el latín axis, ‘eje’, son manifiestamente idénticos. Se puede ver inmediatamente aquí, remitiéndose a las consideraciones ya expuestas, una relación directa con la significación esencialmente “axial” del sûtrâtmâ.

Entre los símbolos masónicos se encuentra el de la “cadena de unión” o “cadena de la alianza”. Esta cadena rodea la parte superior de la Logia. Además de ver en ella el cordel de que los masones operativos se servían para trazar y delimitar el contorno de un edificio, debemos ver en la cadena un símbolo del “marco” del cosmos celestial.

Cuando el templo está terminado, e inclusive cuando ha comenzado a erigirse, el cordel ya no tiene, evidentemente, papel alguno; así, la posición de la “cadena de unión” no se refiere precisamente al trazado que ha ayudado a efectuar sino más bien a su prototipo cósmico. El Templo en la tierra no hace, sino restituir al cielo lo que antes había tomado de él.
Este cordel, en cuanto instrumento, era en Egipto, una manera de “cadena de unión”, pues tenía nudos de trecho en trecho. En total eran doce nudos, de tal manera conformados, en tramos de tres, cuatro y cinco nudos, que mediante ellos se podría construir el llamado triángulo sagrado. Estos nudos, al final de la Edad Media, se llamaban lacs d’amour (‘lazos de amor’); este nombre se podría vincular con el simbolismo manejado por Dante y los “Fieles de amor”. De tal manera que esos nudos se corresponden a los signos del Zodíaco. En efecto, el Zodíaco, en el interior del cual se mueven los planetas, constituye verdaderamente la envoltura del cosmos, es decir, ese “marco” de que hablábamos antes, y es evidente que se trata en realidad, según decíamos, de un “marco celeste”.
Ahora bien; hay aún otra cosa no menos importante: entre las funciones de un “marco”, quizá la principal es mantener en su sitio los diversos elementos que contiene o encierra en su interior, de modo de formar con ellos un todo ordenado, lo cual; como se sabe, es la significación etimológica misma de la palabra “cosmos” Ese marco debe, pues, en cierta manera, “ligar” o “unir” esos elementos entre sí, lo que está formalmente expresado por el nombre de “cadena de unión”, e inclusive de esto resulta, en lo que a ella concierne, su significación más profunda, pues, como todos los símbolos que se presentan en forma de cadena, cuerda o hilo, se refiere en definitiva al sûtrâtmâ. Esa función de ligar o unir corresponde en la gramática a la conjunción copulativa “i”, este apunte lo desarrollaremos más adelante.
Sobre el simbolismo del hilo, concretaremos que su significación esencial y propiamente metafísica es siempre la representación del sûtrâtmâ, el cual, tanto desde el punto de vista “macrocósmico” como desde el “microcósmico”, vincula todos los estados de existencia entre sí y con su Principio.
Poco importa, por lo demás, que en las diferentes figuraciones a que da lugar ese simbolismo se trata de un hilo propiamente, de una cuerda anudada o de una cadena, o de un trazado laberíntico, camino que uno está obligado a seguir de un extremo al otro para llegar a su término. Lo esencial en todos los casos es que se trata siempre de una línea sin solución de continuidad. El trazado de esta línea puede ser también más o menos complicado, así, el hilo o su equivalente puede replegarse sobre sí mismo formando entrelazamientos o nudos, ello se expresa, por el término de “nudo vital”. De alguna manera, esos hilos conforman las “líneas de fuerza” que definen la estructura del cosmos.
En la tradición china se reconoce el “Uno Supremo” (Tai-I). En la dinastía Han se convirtió en objeto de culto imperial, cuyo cariz claramente político aparece en la “gran unificación” (da i tong).
La palabra tong significa etimológicamente el extremo exterior del hilo de un capullo de seda, de ahí la idea de sucesión y de poder unificador. El capullo de seda se caracteriza por estar conformado por un solo hilo. Resaltemos que el concepto de “Cúlmen Supremo” o “Unidad”, homófono con nuestra “I”, se representa mediante un solo trazo, también como una I, en este caso horizontal pues además representa la viga cimera de un edificio, donde se asientan las dos vertientes norte y sur, correspondientes a las dos características yin y yang.

Mircea Eliade ha hablado de la “ambivalencia” del simbolismo de las ligaduras y los nudos. Debemos advertir a este respecto que una ligadura puede considerarse como lo que encadena o como lo que une, e inclusive en el lenguaje ordinario la palabra tiene generalmente ambos significados; en el simbolismo de las ligaduras, corresponde a ello dos puntos de vista que podrían decirse mutuamente inversos, y, si el más inmediatamente aparente de los dos es el que hace de la ligadura una traba, ello se debe a que ese punto de vista es en suma el del ser manifestado como tal, en cuanto se ve a sí mismo como “atado” a ciertas condiciones especiales de existencia y como encerrado por ellas en los límites de su estado contingente. Es de notar que comúnmente se dice, inadvertidamente, que la muerte es el “des-enlace” de la existencia individual; esta expresión, que por otra parte está también en relación con el simbolismo del teatro, es literalmente exacta. El otro punto de vista puede calificarse de verdaderamente universal, pues abarca la totalidad de los estados, y para comprenderlo basta remitirse a la noción del sûtrâtmâ: la ligadura, considerada. entonces en su extensión total es lo que los une, no solo entre sí, sino también, —repitámoslo— con su Principio mismo, de manera que, muy lejos de seguir siendo una traba, se convierte, al contrario, en el medio por el cual el ser puede alcanzar efectivamente su Principio, y en la vía misma que lo conduce a esa meta.
Ya en el primero de los dos puntos de vista a que acabamos de referirnos hay también una ambigüedad, aunque de otro orden, referida a la diferencia de los modos en que un ser, según su grado espiritual, puede apreciar el estado en que se encuentra, ambigüedad que el lenguaje traduce bastante bien por las significaciones que da a la palabra “apego” o “atadura” (attachement). En efecto, si se experimenta apego por alguien o por algo, si se le está “atado”, se considera, naturalmente, como un mal estar separado de ese objeto, inclusive cuando la separación deba en realidad traer aparejada la liberación con respecto a ciertas limitaciones, en las cuales uno se encuentra así mantenido por ese apego mismo. De modo más general, el apego de un ser a su estado, a la vez que le impide liberarse de las trabas inherentes a él, le hace considerar como una desdicha abandonarlo, o, en otros términos, le hace atribuir un carácter “maléfico” a la muerte a ese estado, la cual resulta de la ruptura del “nudo vital” y de la disolución del agregado que constituye la individualidad. Solo el ser a quien cierto desarrollo espiritual permite aspirar, por el contrario, a superar las condiciones de su estado, puede reconocer (réaliser) a éstas como las trabas que en efecto son, y el “desapego” que experimenta entonces respecto de ellas es ya, por lo menos virtualmente, una ruptura de esas trabas, o, si se prefiere otro modo de hablar quizá más exacto, pues nunca hay ruptura en el sentido propio del término, una transmutación de “lo que encadena” a “lo que une”, lo cual en el fondo no es sino el reconocimiento o la toma de conciencia de la verdadera naturaleza del sûtrâtmâ.

A propósito de esta ambivalencia de sentidos podemos poner el ejemplo de las reflexiones del zaragozano Abraham Abulafia. Según este autor, el objetivo de los estudios bíblicos están destinados a transformar el corazón anudado o cautivo del hombre y darle un conocimiento que le dará la libertad. El punto de partida de la concepción espiritual de Abulafia es que estamos sellados, anudados, trabados, y que, por lo tanto, debemos deshacer cada nudo de nuestro ser. La palabra «nudo», kesher (קשר) en hebreo, mediante el método Tseruf se transforma en lo que es virtualmente: una sheker (שקר) una mentira. El ser humano, transido de ese hilo divino, gracias a su mente o séjel, puede, efectivamente, cambiarse, modificar su destino. La idea de Abulafia es que este cambio se da dentro de un nivel subjetivo que también señala el nudo: en efecto, y por su valor numérico, kesher (rwq= 600) equivale a la voz sas ( שש ), regocijo, alegría, gozo espiritual. Sólo que para que tal cosa ocurra los nudos han de cambiar de lugar su sujeción, por cuanto el cuerpo debe constreñirse para que sea el alma la que vuele, en lugar de supeditarse a lo que normalmente ocurre, que el cuerpo se mueve y el alma está quieta, cautiva en su interior.

En esta introducción al simbolismo de la “Cadena” no abordamos otras facetas como las desarrolladas por Santo Tomás de Aquino en su obra “Catena Aurea”, en la que engarza los dichos de la Tradición Apostólica. . En Hebreo la palabra trinidad, terciar, triplicar se escribe (ŠLŠ) שלש , raíz de la palabra cadena, serie, engarzamiento (תלשלש), también de árbol genealógico (תלשלש ןיסחי) y de insertar (לשלש). En la tradición sufí se utiliza el término emparentado al-silsila, que también significando la cadena, designa la continuidad de la filiación espiritual a partir del Profeta. Ibn-Arabí de Murcia desarrolla esta idea de la transmisión espiritual o baraka, en su tratado Los Engarces de la Sabiduría, vinculando a Mahoma con Adán a través de Jesús.

San Pedro ad Víncula

Ahora intentaré encadenar o vincular estos conceptos con la misteriosa I latina que aparece en la torre mudéjar de la iglesia de Torralba. Esta iglesia está dedicada a San Pedro ad Víncula.
Reflexionemos sobre el significado ortográfico de la letra I. Esta letra en latín y antiguo español es la conjunción copulativa que vincula varios nombres u oraciones, es decir los encadena lógicamente.

En Torralba de Aragón, pequeño municipio ubicado al norte de la Sierra de Alcubierre. Se encuentra una iglesia singular. Elevada en lo más alto del cerro que domina la población, destaca la Iglesia parroquial de San Pedro ad Víncula. Bella construcción mudéjar del siglo XVI caracterizada por su esbelta torre dividida en cinco pisos y vistosa decoración de ladrillo resaltado con esquinillas. En su torre nos llama la atención la presencia de varias letras I con su punto en cerámica verde. Concretamente en cada cara aparecen 5 en el piso tercero y 4 en el cuarto.
Quiero destacar la relación que se puede establecer entre esta letra “I” con el nombre de la dedicación a San Pedro ad Víncula, es decir a san Pedro “en cadenas” o encadenado.
Entre tanto daremos algunos datos de esta tradición. El primero de agosto, la Iglesia Católica celebra la festividad de las cadenas del glorioso príncipe de los apóstoles San Pedro, libertado por el Señor de los hierros con que lo tenía amarrado Herodes Agrippa. La devoción a las cadenas de San Pedro dio pie a esta fiesta que de alguna manera se solapaba, con ella, la memoria de otra pagana que se celebraba en la misma fecha en honor de Marte, otro antiguo “señor de los hierros”. Cuenta la Tradición y los Evangelios que Herodes Agrippa después de haber hecho cortar la cabeza a Santiago el Mayor, tenía la intención de ejecutar al apóstol San Pedro después de la Pascua, para satisfacer al pueblo que pedía su cabeza. Tenía al apóstol preso "ad vincula" que significa entre cadenas, pero en víspera de la ejecución un ángel del Señor se apareció por la noche a Pedro en su cautiverio y le dijo: "Pedro, levántate, ponte el cinturón, toma tus vestidos y sígueme". Después de oír estas palabras, el Apóstol sintió que sus cadenas se aflojaban y caían por tierra.
Pasó por en medio de toda la guardia sin ser visto y milagrosamente salió de la ciudad.
Después de salir de la cárcel fue a Roma, donde escribió su primera carta a las iglesias que había fundado en Asia, manifestándose a partir de entonces su primacía sobre la Iglesia universal de modo más evidente. Posteriormente allí fue preso y murió mártir.

En Roma se construyó la primera iglesia dedicada al Apóstol San Pedro. Esta Iglesia es una de las “tituli”, es decir, de las primeras iglesias parroquiales en Roma. Es conocida como la Titulus Eudoxiae o la Eudoxiana. Debido a que Eudoxia recibió de su madre, esposa del emperador Valentiniano III, las cadenas que habían servido para retener a San Pedro en Jerusalén. Según la tradición, ella las había recibido de Juvenal, obispo de Jerusalén. Para guardar estas cadenas, Eudoxia hizo levantar un monumento, que hoy es conocido como la basílica de San Pedro ad vincula o eudoxiana
Se construyó sobre las ruinas de una villa imperial en el año 442, con el propósito de custodiar las cadenas que llevó San Pedro en dos ocasiones. Inicialmente en la prisión de Jerusalén de donde fue liberado por un ángel (Hechos de los Apóstoles, capítulos 5 y 12). Y posteriormente en la Cárcel Mamertina de Roma donde estuvo 9 meses hasta su ejecución mediante la crucifixión invertida.
Conforme a una antigua tradición, San Pedro fue condenado en una corte que se hallaba en el mismo terreno de la actual iglesia. El calendario de San Jerónimo la menciona con estas palabras: "En Roma, estación en San Pedro ad vincula". O en esta otra redacción: "Estación en el título de Eudoxia, donde los fieles besan las cadenas del apóstol Pedro".

Consta que en este templo se guardaban ya desde principios del siglo V las cadenas con que fuera, San Pedro, aprisionado en Roma en tiempos de Nerón, porque el obispo Aquiles de Spoleto consiguió el año 419 algunos eslabones de la misma, que depositó en su iglesia, en cuyas paredes mandó grabar unos versos de los que son este dístico que hoy figura como antífona en el oficio litúrgico:
Solue ivvente Deo terrarum Petre catenas
qui facis,vt pateant caelestia regna beatis.
"Desata, oh Pedro, por orden de Dios las cadenas de la tierra, tú que abres los reinos celestiales a los bienaventurados
."
Estas mismas ideas las expresaba el diácono Arator en el poema que declamó en la iglesia romana de San Pedro ad vincula, donde una lápida las reproduce para el visitante:
"Estas cadenas, oh Roma, afirman tu fe. Este collar que te rodea hace estable tu salvación. Serás siempre libre, por que ¿qué no podrán merecerte estas cadenas, que han atado a aquel que todo lo puede desatar? Su brazo invencible, piadoso aun en el cielo, no permitirá que estos muros sean abatidos por el enemigo. El que abre las puertas del cielo impedirá el paso a los que te hagan guerra".

La devoción a estas cadenas era tan intensa que el propio emperador Justiniano llegó a pedir desde Constantinopla una reliquia de las cadenas del apóstol, "si era posible". Y San Gregorio Magno refiere que de todas partes ambicionaban, por lo menos, unas limaduras de dichas cadenas, con las que se fabricaban piezas de orfebrería en oro y plata, añadiéndoles dichas limaduras.
Alguna vez se regalaron hasta eslabones, como a la catedral de Metz, que conserva uno, de suerte que la cadena guardada en el Esquilino no está completa. Comprende dos pedazos, uno de veintitrés eslabones, terminado en dos argollas semicirculares que servirían para aherrojar las manos o el cuello, y otro que sólo tiene once eslabones idénticos a los primeros y cuatro más pequeños. Son obra tosca de herrero, de la misma factura que otras cadenas antiguas que han llegado a nosotros. Pocas reliquias llegan a poseer tantos títulos de autenticidad como ésta.
Con el tiempo se confundió el origen de estas cadenas, pensando que solo fueran las que aprisionaron en la cárcel Mamertina a San Pedro, en la misma Roma. Posteriormente en el siglo VII un predicador relacionó la prisión en Roma de Apóstol Pedro con la de Jerusalén, y de alguna manera restableció el significado simbólico de las cadenas. Esta unificación iba apoyada en el hecho que la cadena de Jerusalén había sido llevada a Roma por Eudoxia, la emperatriz que contribuyera a reedificar la basílica del Esquilino.
En el siglo XIII se propagó la leyenda que conocemos como definitiva. La emperatriz Eudoxia, al ir en peregrinación a Jerusalén el año 429, recibió del patriarca Juvenal las cadenas que habían atado a San Pedro cuando la prisión de Herodes Agripa. Una parte de ellas las conservó en Jerusalén y la otra la regaló a su hija Eudoxia, que dos años antes había casado con el emperador Valentiniano III. La joven emperatriz mostró tan preciada reliquia al papa Sixto III, quien correspondió mostrando a su vez la otra cadena con que Nerón había aprisionado al santo apóstol antes de sentenciarle a muerte. Habiendo acercado el Papa una cadena a otra al instante se soldaron las dos tan perfectamente que parecían una sola.
Como consecuencia del milagro Eudoxia habría mandado edificar la basílica de San Pedro ad vincula en honor de la preciada reliquia.
Como vemos en el milagro de la soldadura instantánea, hace honor a esa esencia vinculante que poseen implícitamente las “cadenas”. Todavía queda el desarrollo del simbolismo del hilo y la red en relación al “Pescador” Pedro.

Carácter simbólico de la letra I
La letra i corresponde a la iod del alfabeto hebraico y por su forma, ella es en sí misma el elemento principal del que se derivan todas las demás letras. La reconocemos como la primera del Tetragrama, representa el Principio, de suerte que es considerada como constituyendo ella sola un nombre divino. La iod está relacionada con la mano, pues mano se dice iad en hebreo. Es necesario agregar que la letra correspondiente I del alfabeto latino es también, tanto por su forma rectilínea como por su valor en las cifras romanas, un símbolo de la unidad y lo que es al menos curioso, es que el sonido de esta letra es el mismo que el de la palabra china i, que, como lo hemos visto, significa igualmente la unidad, ya sea en su sentido aritmético, o ya sea en su transposición metafísica. Anteriormente refiriéndonos al “Uno Supremo” (Tai-I), el carácter i es también un trazo rectilíneo; no difiere de la letra latina I más que en que está colocado horizontalmente en lugar de estarlo verticalmente. Lo que nos llama mucho la atención es que Dante, en la Divina Comedia, hace decir a Adam que el primer nombre de Dios fue I, siendo el nombre que vino después Él, de tal forma que quedó Elí. (Paradiso XXVI, 133-134). - En un epigrama atribuido a Dante, la letra I es llamada la «novena figura», según su rango en el alfabeto latino, aunque el iod, al cual corresponde, sea la décima letra del alfabeto hebraico; por otra parte, se sabe que el número 9 tenía para Dante una importancia simbólica muy particular, como se ve concretamente en la Vita Nuova, lo que correspondería a la «primordialidad» del simbolismo «polar». Rene Guenon comentando el texto de Luigi Valli, Il Linguaggio segreto di Dante e dei «Fedeli d'Amore», refiere que Francesco da Barberino, en su Tractatus Amoris, se hizo representar a sí mismo en una actitud de adoración delante de la letra I. Todas estas concatenaciones ya sean las referidas al iod hebraico o del i chino, este «primer nombre de Dios», no es otra cosa, en definitiva, que la expresión misma de la Unidad principial.



La i como inicial en el nombre de Jesucristo, nos hace reflexionar más. IHS es el Monograma del nombre de Jesucristo. Desde el siglo tercero, los nombres de nuestro Salvador han sido ocasionalmente abreviados, particularmente en las inscripciones cristianas (por ejemplo, IH y XP, para abreviar Jesús y Christus). En el siglo siguiente, la "sigla", como así se denomina a la chi-rho, la encontramos, no solamente como una abreviatura, sino también como un símbolo. Desde el principio, sin embargo, en las inscripciones cristianas las nomina sacra, o nombres de Jesucristo, eran abreviados utilizando contracciones – IC y XC o IHS y XPS por Iesous Christos. También se utilizaba su primera letra I, porque además de ser la inicial de su nombre es a su vez la primera letra de las Escrituras Sagradas, ya sea la i del principio del Génesis, en el que comienza: in principio creavit Deus caelum et terram, o ya sea la i del comienzo del Evangelio de San Juan: in principio erat Verbum et Verbum erat apud Deum et Deus erat Verbum.


También se inicia con la i el icono mas antiguo de Jesucristo que fue el pez. En griego, los Peces fueron denominados como "Icthys". Nombre de Jesús y que es un acróstico del griego “Iesous Cristos Theou Hyios Soter" o "Jesús Cristo de Dios Hijo el Salvador"
Como dato adicional en el que se aprecia el grado de importancia dado al nombre sagrado de Jesús, comentaremos la forma de colocación litúrgica de las vestimentas eucarísticas en la sacristía
1. La Casulla - puesta con el frente boca abajo
2. El Manípulo- puesto verticalmente en el centro de la casulla como la letra I
3. La Estola - doblada para formar la letra H
4. Cíngulo - doblarlo en dos y colocarlo formando una letra S
5. El Alba - puesto como la casulla, boca abajo, doblando las mangas en forma de una letra X, y subiéndolo a la altura de la mesa.
6. El Amito- puesto sobre todo boca arriba, y cruzando las cintas a formar una cruz.



Otras consideraciones sobre la i
A propósito de la palabra considerar, su etimología viene de “sideros” estrella. Todas las estrellas giran alrededor de la Polar.
Cito un párrafo del texto de Joseph Campbell, "The Power of Myth”, en el que dice: “El centro del mundo es el centro del universo -- axis mundi – como usted sabe, el punto central corresponde a la estrella Polar alrededor de la cual gira todo. El punto central del mundo es el punto donde la quietud y el movimiento están juntos. El movimiento es al tiempo, como la quietud es la eternidad, tomando consciencia de la relación entre el momento temporal y el eterno, no 'momento', por siempre, es el sentido de la vida. Consciente de cómo este momento en tu vida es en realidad un momento de la eternidad, y la experiencia de el aspecto eterno de lo que se está realizando en la experiencia temporal es la experiencia mitológica"


De alguna manera la Polar representa el punto de la i y el discurrir de las estrellas la traza de la I.
Antiguamente en China, la balanza era el nombre de la Osa Mayor, esta era llamada la «Balanza de jade», es decir, según la significación simbólica del jade, Balanza perfecta. Esto está en consonancia con la denominación qur tuvieron en otras partes la Osa Mayor y la Osa Menor, estas fueron asimiladas a los dos platillos de una balanza.
Ahora bien, se sabe cual es la importancia dada tradicionalmente a esta constelación; y, en la tradición hindú, concretamente, la Osa Mayor (sapta-riksha) es considerada simbólicamente como la mansión de los siete Rishis, o los siete Sábios, estos representan la sabiduría angélica,. De alguna manera es como um «arca» en el que está encerrado el depósito del conocimiento tradicional.
A propósito, mencionaremos un símbolo «polar» que se encuentra en los antiguos rituales de la Masonería operativa: según algunos de estos rituales, la letra G está figurada en el centro de la bóveda, en el punto mismo que corresponde a la Estrella Polar, una plomada, suspendida de esta letra G, cae directamente en el centro de un swastika trazado sobre el piso, que representa así el polo terrestre. Esta es la «plomada del Gran Arquitecto del Universo», que, suspendida del punto geométrico de la «Gran Unidad». Se habla en el Siphra di-Tseniutha de la tradición hebraica, Que hay un punto del que está suspendida la balanza, y es sobre este polo donde reposa el equilibrio del mundo; y este punto es designado como «un lugar que no es», es decir, como lo «no manifestado», lo que corresponde, en la tradición extremo oriental, a la asimilación de la Estrella polar, en tanto que «techo del Cielo», al «lugar» del Principio mismo. De tal manera que los dos platillos de la balanza, con su movimiento alternativo de subida y de bajada, se refieren naturalmente a las vicisitudes del yin y del yang.
Esa letra G de la hemos hablado ha sido sido considerada como la inicial de God (Dios). En pricipio era una Iod que es lo que le da toda su verdadera significación bajo el punto de vista esotérico e iniciático. Ya hemos dicho que la letra iod, primera del Tetragrama, representa el Principio, de suerte que es considerada como constituyendo ella sola un nombre divino.
Hemos encontrado um mandil de la masonería que representa gráficamente estos comentarios que hemos hecho.

viernes, 15 de mayo de 2009

Parallel with the Basilica del Pilar
In the decoration of the dome of the Basilica del Pilar is represented symbolic signs, lines 6 are formed by alternating continuous and discontinuous, are signs of mathematical basis, representing respectively the numbers one and zero. Thus the number 42 is represented in binary base.
This mysterious number we can link with Abulafia, according to Maimonides as he says that the name of God which was the creation of the 42 letters, and that the meaning of this number can not be transmitted if it is not loudly, because its meaning is sealed. Note that the 42 letters in a circle in the figure above starting with aleph and ends with the tau, the first and last alefato Hebrew corresponding to the alpha and omega of the Greek alphabet. Remember that Christ is called the alpha and omega, and to embody the "Word" are required 42 generations, according to the Gospel of Matthew.
Through the five vowels God has crowned as King on the six directions of the Universe: up and down, with or (אל) ei (אּ), right and left with a (אָ) ye (אַ), and front and rear with u (אּ). Often vowels are written together with their associated letters: Ao O (ו אל = 7), Aa H (האָ = 6), AE (אי = 11), Ai Y (י אּ = 11), Aa and U ( וּא = 7). Adds 42 all of them in total. Therefore, all the vowels to indicate that they are 'in the hand of God "(Beyad, YHVH, ביד יהוה = 42). This verse refers to "fall into the hands of God because his mercies are great, but do not let me fall into the hands of man" (2 Samuel 24: 14). Its mystery is:
God ... ... ... ... ... ... ... ... ... אלוה = 42
my only ... ... ... ... ... ... ... יחידי = 42
in them ... ... ... ... ... ... ... .. בם = 42
my heart ... ... ... ... ... .... לבי = 42
be worthy ... ... ... ... ... .... יזכה = 42
And this mystery is ¡Fairly! ¡Fairly! ¡Fairly! ... .... די די די = 42
And if, heaven forbid, to deliver these two verses not yet received the divine influence, the word, the vision of a man perceptible or other prophetic vision starts again and starts the third verse.
Its form is: VaHeVa DaNaYo HeCheShi ... ... ... ... .. החש דני והו EaMeMe NuNuAa NuYoTha ... ... ... .... נית ננא עממ When you complete the entire name, it is what God wants concederte, praising God and give thanks.
Diagrams made with the 42 letters, which according to the Zohar, spoke on the creation and God's hand that gematricamente worth 42 in the writing of Abulafia. A parelelismo found on the iconology of the Basilica del Pilar with the description that Abulafia of the seven seals that are necessary open to understanding scripture, we find it in one of its doors, especially in an image that appears in the "Lamb" lying on the book of seven seals. Similarly to the seven seals of the Book of Life Christian Abulafia describes seven stages or degrees of knowledge of the Torah, from research on the meaning of the word to the stage of prophecy, Abulafia a distinction between the prophetic Kabbalah, which is the sixth stage, and the Holy of Holies of which it is just the preamble. The essence of this final stage, which includes "the language that comes from the active intellect, must not be disclosed even if it was possible to dress words. But, as we can deduce from the symbolic interpretation of the image of the Virgen del Pilar, where the veil is held by the Virgin Mary and Jesus, and they have the unveiling.
In his book "The Seven ways of the Torah," says: "As to the seventh track is unique and contains all others, it is the meeting place of the sacred and the other covers, the one that penetrates perceives the divine Logos (Word), which emerged from the Agent Intellect, is to affect the rational faculty of man. The Logos, in fact, is an overabundance of the name (blessed be) which, through the intermediary of the Agent Intellect, comes to the rational faculty. This is explained by the teacher (Maimonides, blessed be his memory) in Chapter 36 of the second part of the Guide. This road leads to the very essence of true prophecy, it gives the means to an approximation of the quiddity (what or whom) the unique name, this is the only one to be a prophet among men. Not appropriate here to describe precisely the seventh track, which is twice a saint. For it is not possible to transmit the knowledge of the name of 42 letters and 72 letters of the name of the man who wants to buy if not loudly, not to communicate any other way to the tradition of respect, if not more than early base. It is why I prefer to be very brief on this point, as is appropriate in such matters. These are the seven ways in which the whole Torah is contained. "
According Abulafia, the Torah is, in a certain level, identical to the world of forms, or God Himself, so that it is not possible that a basic change might occur in nature. Anyway the Theosophical Kabbalah midrash and the attitude in general, relate to the Torah as a dynamic entity, continually reveals hidden treasures which the interpreter. Theosophical closer to the Torah and its language, Abulafia's doctrine is based on the idea that the most mystical meaning is discovered through self-associative combination of letters whose links are separated to permit the emergence of new combination. This deconstruction has to precede the reconstruction, since the Torah is more a process than a static ideal. This process, similar to "solve et coagula 'alchemy, trying to transcend the language so that it becomes a series of nonsensical combinations of letters that follow strict mathematical rules, leading to the mystical beyond the normal state of consciousness.

jueves, 7 de mayo de 2009



La Palmera y el Fénix

En torno a la Santa Capilla de la Virgen del Pilar de Zaragoza, se encuentran dieciseis puertas, cada una con dos elementos simbólicos, lo que da un número de treinta y dos. En una de ellas se representa una Palmera y un Ave Fénix. En idioma semítico palmera se escribe con las letras T-M-R, tav, men, reish. Su valor numerológico es 640 = 400 + 40+ 200 = 10 · 64. Como hemos dicho en algún otro texto sobre el "Pilar" el número sesenta y cuatro corresponde en la tradición taoísta, al total de los hexagramas, estos formados por treinta y dos signos Yang, y otros tantos Yin.
En el Rashei Tebot o Libro de los Anagramas, Tamar tiene un significado determinado por ser el acróstico de «Teshubat maim Rabin», que se traduce por " reunión de muchas aguas". Siendo la palmera un árbol de zonas desérticas, donde no abunda el agua, se puede inferir su asociación a los dones del Espiritu, "abriré en el desierto estanques de aguas, y manantiales de agua en tierra seca" Isaias 41.18-

Según estudios filológicos y epigráficos se puede afirmar que muchos nombres tienen una base teonímica, a menudo muy antigua, que han pervivido obstinadamente a traves del tiempo, con ciertos cambios fonéticos u ortográficos según avatares históricos. Esta hipótesis ya la sustentaba Ramón Menendez Pidal cuando decia que el estudio de la Toponimia esclarecerá el nombre de las divinidades más de lo que se suele pensar. Tamar o Tamara,que es a su vez uno de los nombres de la diosa madre, parece ser que las consonantes nasales m y n pueden intercambiarse: Tama, Tana. Lo mismo se suele ver con el orden silábico Ta-na-ra y Ta-ra na, viéndose transformadas por reduccionismo en Tara y Tana. Esta divinidad corresponderia a la que los antiguos autores llamaban la "Atenea libica" y la "Tanit púnica". Esta tesis la apoya actualmente El profesor Caridad Arias.

En Cartago Constantina, Sicilia, Biblos,etc, en fin en lo que corresponderia a las huellas de la cultura Fenicia , siempre aparece el signo de Tanit asociada a la palmera, así como al caduceo, al signo de conjunción sol-luna, y a la granada sobre la columna. La palabra que designa al dátil en árabe es Tamr y similar en hebreo. En la iconología vemos también la aociación de la palmera datilera a la diosa Nikè o Victoria.
La relación con el ave Fénix, se remonta según el asiriologo Allegro, al término sumerio "geshpuimi" que se fue transformándose en phoenix, su significado original seria para este autor "hombre fuerte sosteniendo el cielo", y esto me lleva a recordar a San Cristóbal,ese gigante llamado anteriormente Offerus, y que cruzando un torrente, llevando al niño Jesús sobre su espalda, tuvo que arrancar una palmera y utilizarla como cayado,. para poder sostenerse. Podemos rememorar la cita que hace Fulcanelli sobre este personaje y su sentido hermético al relacionar la etimología de Cristóbal, Cristóforo, (transportador de Cristo), y la materia que trae el oro, y citando textualmente a este famoso alquimista; "Los filósofos hablan, pues con toda claridad cuando enseñan que el mercurio, una vez efectuada la disolución, lleva al niño, el hijo del sol, el pequeño rey (roitelet), como una verdadera madre, ya que efectivamente , el oro renace en su seno.
El termino griego "phoinós" se traduce por rojo obscuro, púrpura, color del vino, y estos términos se pueden relacionar con Fenicia, caracterizada por su comercio con púrpura y quizás con cinabrio, tambien con Fenissa, la diosa sanguinaria, la roja y con Fen o Feneo, equivalente a Dioniso, un joven dios que muere y resucita cíclicamente como el fénix que resucita de sus cenizas. El término griego phoinós se le hace equivalente a "vinus" y a "venus", y según el filólogo J. Caridad Arias el prefijo Fen y sus equivalentes se encontraria en los topónimos, Fenussia, Penussia, Fenicia, Venissa, Venussia, Venecia, etc. Su nombre Egipcio fué Bennu que implicaba la idea de color brillante, y parece relacionarse, según el egiptologo Lefébure, con el nombre asirio bânu, que significa brillante. En el arte asirio como en su contemporáneo egipcio se suele representar un ave sagrada junto al caballo o carro del soberano, que en el ejemplo asirio se parece más a un ave fénix que en la imagineria egipcia, que es un halcón. En la escritura jeroglifica egipcia el bennu se le representaba como una zancuda convencional, la garza real o purpúrea, coronada de copete, relacionándosela con los cultos conjuntos de Ra y Osiris, era un emblema de las resurrecciones de este último. Las imágenes del Fenix estan generalmente relacionadas con el sol , como en Captos en que aparece con brazos humanos tendiendolos hacia la estrella Sirio, (Sathis), predecesora del sol. En el Ritual de los Muertos, Osiris dice:"Yo soy el Ave Fénix, esa Grande que está en Heliópolis; yo soy la ley de la existencia y de los seres". En numerosas barcas sagradas, figura el fénix como mascarón de proa, barcas que van a desembocar en el inmenso abrasamiento de la luz.
La referencia al hueso y al fruto del dátil adquiere una gran importancia entre varios pueblos, Asiria, Babilonia, Persia y hasta en China donde uno de los nombres del dátil recuerda la designación del Egipto antiguo, "bunnu", el sinólogo Laufer al tratar esta semejanza en su obra,
Sino-Iranica (chicago, 1919), se refiere a los textos chino primitivos que mencionan Mo-lin, un pais lejano en el que los nativos de complexión obscura subsisten a base de dátiles. Mo-lin, el antiguo Mwa-lin es, según Laufer, el Malindi de Edrisi o Mulanda de Yaqut, ahora Malindi, en la provincia de Seyidieh del Africa oriental. Los chinos parecen haber tranferido a la importada palmera las virtudes del "arbol de la vida", y otro de los nombres con el que designan al dátil es la "pastilla de los diez mil años", existe un cuento chino en el que Wang Chih, sacerdote taoista se adentra en un bosque encontrándose a unos ancianos jugando al ajedrez, fascinado quedose a verlos, sintiendo hambre y sed se dispuso a marchar, uno de los ancianos adivinando sus menesteres le acercó un hueso de dátil y le dijo, ! chupaló ¡ Wang Chih se lo metió en la boca y sintiendolo tan refrescante no volvió ha sentir hambre ni sed, la partida continuó algunas horas más, hasta que apercibiendole que deberia volver a casa se encaminó de vuelta, sorprendiendose al descubrir que había permanecido con los ancianos mas de tres siglos. En la tradición hebrea, según el Talmud, se insinua que el árbol de la expulsión es la higuera, (ficus carica) TEENÁ, que apenas aliterado queda en TAANÁ, significando placer, pasión, y el árbol de la vida la palmera (phoenix dactylifera). En el Bahir se puede leer: "«Bien sabes que la palmera contiene el principio masculino y a veces el femenino... La LULAB (rama) es masculina y el fruto, desde el punto de vista interior, es femenino. los dátiles, por sus semillas, son iguales a la mujer, ya que corresponden en su forma al poder de la luna, pero el Santo creó a la palmera macho y hembra, tal como dice el Génesis 1.27: "Macho y hembra los creó". Y citando a Mario Satz " El justo, el iniciado, es comparable a la palmera porque, regresando por el misterio exegético del Pardés o Paraíso al centro de si mismo, viaja del Árbol del Bien y del Mal al Árbol de la Vida. Vuelve a unir por el amor lo que había separado en cierto modo el conocimiento".
Parece, en efecto, que la antigua Asia conocía ya el fènix mucho antes que Egipto: el más antiguo arte chino nos muestra un fénix asociado a menudo a la flor de nelumbio o bien a la de loto, cuyo simbolismo comparte o completa. Envuelto por sus largas plumas caudales como el centro de una rosa por sus pétalos, su imagen es desde los tiempos más antiguos un talismán venerado. El fénix chino es andrógino, su nombre Feng-huang significa literalmente macho-hembra, los taoistas lo designan como el "ave de cinabrio", (tan-niao), por ser el cinabrio, sulfuro de mercurio, unión de dos elementos emblemáticos en la alquimia y tener color rojo. El caracter "tan" que lo designa, es representa un pozo, un agujero que contiene una piedra, simboliza al cinabrio en el interior del crisol del alquimista asi como la transformación del hombre mediante el uso del cinabrio. En el lenguaje simbólico de la alquimia interna (nei-tan), el cinabrio representa la energía fundamental combinada del Yin y el Yang, que es «encendida» en el caldero alquímico, o sea en el campo de cinabrio inferior (tan-t'ien), por medio de diversas técnicas respiratorias, y genera en el alquimista la inmortalidad espiritual. Otra forma de expresar este proceso es mediante la unión de los trigramas Li y K'an, que representan al sol y la luna , el fuego y el agua ,respectivamente, y sus bodas engendraran al Niño, el nuevo hombre. El proceso lo representan con el descendimiento de la linea discontinua (yin) de Li "cristalización del espiritu, y el ascenso de la linea continua (yang) de K'an, "sublimación de la simiente y de la energia. El cinabrio es por excelencia la droga de la inmortalidad y su consumo no es único en China, dónde produjo envenenamientos por su abuso entre algún emperador.. Durante la dinastía T'ang, cuando el taoísmo gozaba de gran favor en la corte, hubo varias muertes por esta causa. Hsúan Tsang, el Emperador Brillante que mandó a un taoísta en busca de la sombra de la Dama Yang, se cuenta entre las víctimas. Sobre uno de sus sucesores, Wu Tsung (841-847), el elixir tuvo el efecto de despertar sus pasiones hasta el extremo de que murió de un violento ataque de ira. Tu Fu, el gran poeta T'ang, escribió un divertido poema sobre la muerte de numerosas personas que habían tomado drogas mágicas para prolongar sus vidas; el poema termina con las palabras: «¡Y es probable que yo solo, que no busco una vida larga, alcance la madurez de la edad!». Del cinabrio, se conoce su uso en la India e incluso en Europa, donde fué recomendado por Paracelso. En Grecia se llamaba "kinnábari" Señalemos, por ultimo, que, en el Hermetismo islámico, y según una acepción simbólica , el Fénix es una representación del «Azufre Rojo» (al-Krbrzt al-Abmar) o el ser que ha conseguido consumar la Obra, es decir, realizar en sí mismo el «Hombre Universal» (al-Insán al~Kamil).
Pao Pu-tzu uno de los mas conocidos alquimistas chinos, escribe que "es el mejor remedio de los inmortales" y añade que a continuación vienen el oro, la plata, la diversas especies de Chih y las cinco especies de jade.. Del cinabrio,.es en China dónde se pueden encontrar las más bellas maclas de este mineral, (cristaliza en el sistema hexagonal), grandes cristales romboedricos, de hasta cuatro centímetros, sobre cuarzo, suscitando enseguida la relación Yang-yin, rojo -blanco, vino-agua,etc. Este guarda un gran parecido formal e incluso simbólico con los granos de granada, pues junto al melocotón es uno de las frutas de la longevidad. Para San Juan de la Cruz la granada representa los misterios más altos de Dios, sus juicios más profundos y sus más sublimes grandezas. La granada esta presente tambien en el simbolismo bíblico, lo encontramos en (Ex 28, 33-34) el la cenefa inferior del manto del sumo sacerdote, y en los capiteles de las dos columnas que formaban parte del pórtico del Templo, Jaquín y Boaz que tenian esculpidas cada una doscientas granadas,(1 Reyes 7, 18-20). En la biblioteca Nacional de Paris se encuentra una estela votiva de piedra calcárea procedente de Cartago y datada su manufactura en, aproximadamente, el siglo III-II a.d.C. que presenta una granada sobre una columna e inscripciones fenicias, y es a este pueblo al que se atribuye la propagación del granado como alimento y como medicina contra la esterilidad. La granada posee un significado
implícito debido a su forma y estructura interna pues presenta un adecuado ajuste de lo múltiple y diverso en el seno de la unidad aparente. En geometria se ve que en el plano se pueden colocar fuera de una circunferencia otras seis iguales tangentes entre sí y a la primera cuyos centros sean los vértices de un hexágono regular, asi mismo se pueden colocar en el espacio, fuera de una esfera, doce esferas iguales tangentes entre sí y a la primera con sus centros en los doce vértices de un cuboctaedro. Quizás encontramos aquí la analogía más perfecta de la Iglesia.
El fénix chino junto con el dragón el qilin y la tortuga forma parte de los cuatro animales míticos, tiene plumas de cinco colores y su canto es una armonía de cinco notas y asi mismo las diferentes partes e su cuerpo simbolizan las cinco cualidades humanas según Confucio: la cabeza a la virtud, las alas al deber, la espalda al cumplimiento de los ritos, el pecho a la benevolencia, y el el vientre a la veracidad. El Feng- huang se asocia al sur, al verano, y a partir de la dinastia Han se asoció a la emperatriz, formando pareja con el dragón, símbolo del emperador, es también la montura de los inmortales y el emblema de Niu-kua, hermana y esposa de Fo-hi, emperadores fundadores de China, pues esta inventó el "cheng", instrumento de música en forma de fénix, que imita su canto sobrenatural, a su vez su pareja Fo-hi, fué el receptor de los ocho trigramas que componen la rosa de los vientos china.
En occidente la primera cita a esta ave se la debemos a Hesiodo, según testimonio de autores clásicos como Plinio , Plutarco y Ausonio . En los recuerdos de viajes de Herodoto , se dice del fenix bastantes inexactitudes , sin embargo Plinio, en su Historia Natural y Ovidio en sus Metamorfosis fueron mas rigurosos en la descripcion del mito . Plinio que escribió a partir de las informaciones de Manilio dice " Nadie lo ha visto nunca comer . Esta consagrado al sol en Arabia y vive quinientos años ; llegado a la vejez , se construye un nido con ramitas de canela y de incienso, lo llena de perfumes, y muere encima . De sus huesos y su médula nace un gusano que se convierte en un nuevo fénix . Este empieza por celebrar unos dignos funerales : lleva el nido entero a Panchaye , en la ciudad del sol y lo pone en el altar . Este mismo Manilio , dice que la revolución del gran año se hace con el fénix , y que entonces vuelven las mismas señales de las estaciones y de los astros . Esta renovación se produce en la mitad del dia en que el sol entra en Aries ."
Tácito, hablando del fénix aporta la prueva de que el misterio con que los sacerdotes de Heliópolis encubrian su descubrimiento astronomico del " Periodo sothiaco " y el ciclo circular estaba ya desvelado en su época .
En el siglo IV de nuestra era el poeta griego de Egipto Nono antes de su conversión al cristianismo , escribia en su Himno al Sol " En tus embalsamados altares , esa sabia milenaria que es el fénix trae llenas de ramas olorosas sus garras de curvadas uñas . Te trae asi el final y el comienzo de una vida que se acaba en si mismo ." El que el fénix saque de si mismo , y no de otra fuente, su renacimiento a una nueva vida , es lo que hara que el cristianismo escoja al fabuloso pájaro como uno de los mas perfectos emblemas de Cristo resucitado. Asi la leyenda del fénix paso enseguida a ser conocida por todo el Imperio , hasta las monedas de los emperadores llevaron la imagen del fénix por todas las provincias .
El cristianismo lo adopto desde el primer momento, por eso el Phisiologus le abrió sus páginas, y así este emblema de la resurrección pasó desde los egipcios a través del gnosticismo y de los escritos clásicos como los de Plinio, al arte catacumbal y allí en las profundidades, germinó. San Clemente, en el año setenta y nueve escribe desde su sede en Roma a la Iglesia de Corinto: " Mirad ese prodigio paradójico que se produce en las regiones del Oriente, en Arabia; hay un pájaro llamado fénix, único en su especie y ... Comentando a Plinio, Ovidio y otros autores latinos cuenta la leyenda, y sigue: "¿Juzgaremos que es algo grande y hermoso que el Artesano del Universo obre la resurrección de todos aquellos que lo han servido santamente, con la confianza de una fe valerosa, cuando nos muestra incluso por un pájaro, la magnificiencia de su promesa?".
Las " Constituciones Apostolicas", redacción que data del siglo III, pero que substancialmente es de tiempos de los apostoles, cuentan la leyenda heliopolitana y concluyen:
"De tal modo, si la resurrección es demostrada por un ave irracional, ¿ porqué nos atacan
(nuestros adversarios)cuando confesamos que Aquel cuyo poder a llevado a ser lo que no era, también puede llevar la disolución a una completa reorganización?".

En la "Exposición del Simbolo de los Apostoles", San Cipriano dice: " el ave oriental que llaman Fénix, nace y renace manifiestamente sin compañera, siempre está solo, y siempre naciendo y renaciendo se substituye a sí mismo".
Tertuliano en su obra " De la resurrección de la carne ", hace una interpretación de la leyenda del ave fénix mas explicitamente cristiana, diciendo: "Si la renovación del universo representa imperfectamente la resurrección; si la creación no prueba nada semejante porque cada una de sus producciones termina más bien que morir, lo que recupera es la forma más bien que la vida, pues bien, he aquí un testimonio completo e irrecusable de nuestra esperanza. Se trata, en efecto, de un ser animado, sujeto a la vida y a la muerte. Me refiero a ese pájaro propio del Oriente, celebre porque no hay otro igual, fenomenal porque e1 es su propia posteridad; que preparando voluntariamente sus propios funerales, se renueva en su propia muerte; heredero y sucesor de si mismo, nuevo fénix donde no hay ninguno más; que sigue siendo el mismo pese a que ha dejado de existir, siempre semejante aunque distinto. ¿Qué testimonio más explicito y categórico puede haber para nuestra causa? ¿o qué otro sentido podria tener esta enseñanza. Dios mismo lo ha declarado en la escritura:" Se renovará como el Fénix"; es decir: se levantará de la muerte y de la tumba, para que creas que la substancia del cuerpo puede recobrarse, incluso de las llamas. El Señor afirmó que " valemos más que muchos pájaros". Si no valemos tambien más que el fénix, la ventaja es mediocre".
Otros doctores de la Iglesia escribieron en el mismo sentido, y ahí tenemos a Origenes que expone en su obra "Contra Celsun", una interpretación de la leyenda como prefiguración simbólica de la resurrección de Jesucristo. Ya en el siglo IV, San Cirilo de Jerusalen en su
obra Catechesio hace lo mismo, y es curioso que sea este quién, afirmando la unidad de la persona de Cristo y definiendo el dogma de la encarnación, fuera el adversario de la doctrina del que seria el causante de la primera presencia de cristinos en China, Nestorio. También
fué empleado del mismo modo por el hermano de Basilio el Grande, San Gregorio de Nisa, por San Ambrosio en Hexameron, por San Gregorio Nacianceno, San Epifanio en Ancoratus y otros. Apoyado así por los doctores de la fé, es consecuentemente convertido en emblema del dogma de la resurrección, así como imagen de Cristo, encontrandolo frecuentemente en el Arte Cristiano, ya Boldetti en su obra "Osservazioni sopra i cimeteri " , reproduce un fondo de copa de las catacumbas de Roma , en el que se vé. detrás de San pablo una palmera con un ave fénix nimbado en su copa y delante a Cristo, que señalándolo con un gesto de la mano, le dice manifiestamente a Pablo, predicador por excelencia de la resurrección, lo que le dijo a Marta ante la tumba de Lázaro:"yo soy la resurrección y la vida; yo soy el verdadero fénix". Este símbolo se encuentra también en el oratorio de Santa Felicitas; aparece de la misma forma en los mosaicos del ábside de San Juan de Letrán en Roma, datados del siglo XIII, La cruz de la salvación se yergue sobre la Montaña del paraíso. Al pie de ella, brota, formando un pequeño lago, la fuente de vida, de donde corre el agua por los cuatro ríos, que llevan escritos sus nombres: de sus aguas beben ciervos, símbolo tradicional de las almas sedientas de Dios, esas aguas vivifican a unas plantas y a unos animales que representan a toda la creación En las profundidades de la montaña, el querubín (en figura de San Miguel, puesto por Dios a la entrada del paraíso para impedir su acceso, blande la espada y hace guardia ante una ciudad rodeada de murallas: la Jerusalén del Antiguo Testamento (figura del limbo); por encima de las murallas, se ve a las almas de los justos aureoladas, que esperan que la sangre redentora, al caer sobre ellas, las purifique y las abra las puertas del nuevo paraíso, la Jerusalén celeste. Por encima de la ciudad, se alza el follaje frondoso del árbol de la vida en el que está posado el fénix, . Sobre la gran cruz (que corresponde al árbol de la vida) y haciendo juego con el fénix, aparece la paloma del Espíritu Santo. En el Oratorio de Santa Práxedes de Roma también, quizás del siglo V, y en el baptisterio de San Juan in Fonte de Napoles, en el que aparece de pié sobre un montículo en el que suele estar el Cordero de Dios. Basio en su publicación del año 1617, "De triunphanti Cruce", aplica al fénix posado en la palmera las palabras del Cantar de los Cantares : "He dicho: subiré a la palmera y cogeré sus frutos", y asi mismo ha publicado el dibujo de un sarcófago cristiano de los primeros siglos que muestran al fénix sobre la palmera, tocado con una mitra en la que se vé el Ankh, la "Llave de la Vida" de los antiguos egipcios, la "Cruz de la Vida" de los primeros cristianos de Egipto.
Podemos ver la ligazón simbólica entre el fénix y otos pájaros como el águila y el halcón, al sol y a la luz y asi mismo a la palma de los triunfadores por haber vencido a la muerte, y es curioso destacar que en español morir se pueda decir palmar. Por el hecho mismo de que ficticiamente el fénix renacía de su propia destrucción y se prolongaba así indefinidamente, fue considerado por los cristianos, como lo fue antes de ellos, uno de los emblemas de la Eternidad, de la perpetuidad cíclica. Eso es lo que significa en las monedas y medallas de los emperadores de Roma no cristianos.


En el Arte de la Edad Media, el Fénix entre las llamas de la hoguera perfumada conservó el caracter de Cristo resucitado y Señor de la Eternidad, y el emblema del paso del cristiano del estado terreno y pasajero al estado inmutable. Los alquimistas desde la Edad Media hasta nuestros dias, lo han representado en el signo alquímico del azufre, que es un triangulo de cuya base cuelga una cruz. Oswald Wirth escribe al respecto: "El fuego filosófico es mantenido por; el azufre rojo de los sabios, cuya imagen es el fénix renaciendo constantemente de sus cenizas. Si ese pájaro fabuloso de plumaje escarlata estaba. consagrado al Sol, es que reproduce el principio de la fijeza individual...."
Reproducimos junto a estas líneas una de las representaciones del fénix en el jeroglífico alquímico del azufre, pintada sobre madera y bastante deteriorada, pero muy clara todavía en su composición, esta obra del siglo XVIII, pertenece al conocido estudioso del simbolismo L. Charbonneau-Lassay, y transcribimos aquí su propia descripción del dibujo: " Sobre. un fondo pardo, el triángulo de oro del azufre está delimitado por una faja roja, y la imagen escarlata del fénix llena todo el triángulo; el Uroboros, la serpiente curvada en círculo que se muerde la cola, enmarca como un nimbo una aureola azul celeste sobre la que se recorta la cabeza del pájaro. Este añadido del uroboros no es una simple adición inútil: "explicita" el carácter del Fénix en cuanto imagen de la perpetuidad mediante la renovación continua de los ciclos.
Pero a fin de cuentas, en el pensamiento del autor de esta pintura hermetica, ¿quien se oculta tras las apariencias del ave misteriosa? Encima de la cúspide del triángulo alquímico, nos lo dicen las cuatro letras hebraicas del tetragrama sagrado: Yod He Vau He "El Señor" El azufre exaltado de los alquimistas, o sea el azufre llevado por el fuego a su máximo de irradiación, era para ellos uno de los símbolos de Cristo resucitado, y glorificado tras haber pasado por el fuego de la prueba suprema, por el crisol del sufrimiento durante su Pasión.
La comprobaci6n de la existencia de los mismos símbolos en varias tradiciones distintas tampoco basta, por sí sola, para afirmar la transmisión de la una a la otra, pues cada una de ellas puede haberlos recibido separadamente de la fuente común de todas las tradiciones. La certeza no se fundamenta, dado el caso más que en las características particulares que pueden adoptar, o en las del contexto en que aparecen.
En la literatura medieval fué ampliamente explicado su simbolismo, así tenemos que en el capitulo "de Fenice" del Bestiario divino de Guillermo de Normandia, refiere la leyenda viniendo a decir que como el Fénix, viene Jesús a este mundo decian los simbolistas de entonces, sin paternidad terrena real, y nunca ha habido en la tierra, entre los hombres, un hombre como él: él es el Fénix de la humanidad, él es el Unico, el sin par.
Otros autores como Honorio de Autun y Vincent de Beauvais, resaltaban que el pájaro emblemático resucitaba como Cristo tres dias después de su muerte.
El Ave Fénix es también signo de pureza de conciencia y por extensión de castidad y justicia, este aspecto del simbolismo del ave, estaria ya implícito, y por si fuera necesario explicitarlo cito un parrafo del ritual de los muertos egipcio: "¡Soy puro, soy puro, soy puro! mi pureza es la del Bennu, el Grande que está en Suten Klenen (Heracleópolis)", esta es la confesión de un difunto frente a Osiris, juez de los muertos. Es curioso que la hermana de San Francisco de Paula, Martodilde tuviera como lema heraldico: De oro, con el Fénix sobre una hoguera encendida.
El Fénix aparece en el Parzival de Wolfram von Eschenbach vinculado a una representación del misterio del Grial que no tiene análogo en el resto del ciclo, Se recordara que este misterio es evocado bajo las especies de una Piedra, venida del Cielo a la Tierra, lugar de las teofanías, cuyo vínculo con su Origen y cuyas virtudes operativas son mantenidos y renovados una vez al año, el Viernes Santo, por una «pequeña hostia completamente blanca» que una Paloma baja del Cielo sobre ella. En el momento de su presentación ritual, esa Piedra es llevada sobre un paño de tela de achmardî, de color de esmeralda, y es colocada ante el Rey del Grial sobre una Mesa de grânât Jachant (Jacinto rojo). Expresión material y medio de la Presencia divina, ella se sitúa necesariamente en el punto ontológico central del Mundo y del Hombre, y asl comprendemos por qué el Fénix tiene en ella el principio de su perpetuación cíclica; y por qué, también, por muy presente que esté en la tierra, existe entre ella y el mundo de la conciencia habitual ese límite metafísico que no puede franquearse si no es por decreto particular de Dios y habiéndose vuelto uno «tan puro como los ángeles».
El sabio sufí, Al-Jili vé en el fénix el simbolo de lo que escapa a la razón y no puede alcanzarse, como Dios, más que por sus nombres y cualidades.
En el Corán, en la azora XIX, llamada Maria, comenta el anuncio a Zacarias del nacimiento de Juan, su mision de hombre sabio y santo, seguidamente en la Anunciación se dice a Maria: Le enviamos nuestro Espiritu y este tomó ante ella la forma acabada de un mortal, diciendole, soy el enviado de tu Señor para darte un muchacho puro, ante la advertencia de
de que era virgen, le dice : «Así ha hablado tu Señor: Eso es fácil para Mí y lo pondremos como aleya entre los hombres y como misericordia procedente de Nos. Es asunto decidido.» Ella quedó encinta y se retiró con el niño a un lugar apartado. Le llegaron los dolores del parto junto al tronco de la palmera.
En España se encuentran varias citas al Fénix, como en la versión castellana de los viajes de
Juan de Mandevilla, (Sir Jhon Mandeville, siglo XIV ) es decir en su "Libro de las maravillas del mundo",en el que situa la leyenda en Elipo (Heliópolis), y comenta que los capellanes del templo de esta ciudad semejante al de Jerusalen, preparan y ponen sobre el altar espinas y "pidrazufre" y otras cosas de leña que se enciendan ligeramente, llegando el ave, se posa sobre él y batiendo las alas, enciende la hoguera y arde, de sus cenizas surge un gusano que se torna ave y al tercer dia vuela. En la ilutración del propio texto, aparece el fénix con las alas desplegadas sobre un altar ardiendo y un copete de pavo real sobre su cabeza, existe una versión aragonesa de este libro aunque menos clara. La representación que figura en una de las dieciseis puertas de nogal de la Santa Capilla de la Basilica del Pilar es muy similar a esta ilustración del Libro de las Maravillas. San Isidoro de Sevilla, representado en una de las treinta y dos esculturas de la misma Santa Capilla, tambien cita al ave Fénix mencionando su procedencia de Arabia su color purpúreo y su unicidad. En el Libro de Alexandre se le dedican algunas estrofas:
"Falló el avezilla que Fénix es llamada,
sola es en el siglo,nunca será doblada,
ella mesma se quema desque es mediada,
de la çeniza muerta naçe otra vegada.
Cuando se siente vieja, aguisa su calera,
ençiérrase e quémase dentro en la foguera,
finca el gusanillo como grano de pera,
cria como de nuevo, esta es cosa vera."
Ya en "El laberinto de fortuna" de D. Juan de Mena se hace derivar a "Feniçia la bella" del nombre del ave fabulosa porque en ella se cria. En el Quijote aparece un caballero que toma el nombre del ave fénix, asi mismo en otras obras de Cervantes como La Gitanilla o La Galatea, aparecen alusiones a esta ave.Tambien en un libro de caballerias en verso de 1558,
"Florando de Castilla, laudo de caballeros", aparece el Fénix presidiendo un cortejo de aves,
en la cueva de la sabia Arcaba.
Por último reproduzco las referencias al ave fénix en "El libro de las cosas maravillosas" de Marco Polo, sacadas de la edición de Logroño del año 1529, otra traducción del libro se hizo
por Martin Abarca de Bolea, conde de las Almunias, impresa en Zaragoza en 1601.
"Las cosas que del ave fénix se dizen y están escritas en versos por Lactancio no paresce ser fabulosas. Ca dizía el dicho Nicolao, que al cabo de la India de dentro avía una ave sola llamada Sevienda, cuyo pico es como unos albogues juntos con muchos agujeros, e cuando viene el tiempo de su muerte, llega leña seca en su nido y echada sobre ella, canta tan suavemente con el pico que deleita e agrada en gran manera a los que la oyen, e luego rebolando sobre la leña, enciende huego e déxase quemar, y dende a poco sale un gusano de su ceniza e dél nace la misma ave. A semeiança del pico desta ave hizieron los de aquella tierra el albogue con que tañen muy suavemente, a maravillándose mucho della Nicolao, le contavan de donde avía nascido que assí la biziessen."

La Basílica del Pilar y el Arco Iris


El arco Iris, la rosa y el lirio

Apareció un gran prodigio en el cielo”
Apocalipsis 12, 1


Vamos a intentar describir e interpretar una imagen labrada en madera de nogal que presenta la puerta de la Basílica del Pilar. En ella vemos al sol irradiante entre las nubes, al arco iris con la frase del Génesis 9, 13: « Pondré mi arco en las nubes, y será la señal de la alianza entre mí y la tierra». También aparece una rosa cubierta por el arco y un lirio que nace allí donde la leyenda dice que se encuentra un tesoro.
Sto. Tomás de Villanueva comenta sobre el verso del Apocalipsis con el que hemos empezado el escrito, “Apareció un gran prodigio en el cielo”: «Es la Virgen un prodigio de gran clemencia, signo dado al hombre para la manifestación de la seguridad del amor, pues en este sentido manifestó Dios su arco diciendo: Será la señal de la alianza; pondré mi arco en las nubes. Este arco, este círculo es la encarnación de Cristo. También a la Virgen se aplica este arco, y de él salió aquella flecha que hirió al soberbio, esto es salió Cristo, que dice de sí: Me hizo como una saeta bien afilada, y me ha tenido guardado dentro de su aljaba».
Un símbolo, en este caso el arco iris, siempre participa de la naturaleza de lo simbolizado, sin llegar a agotarlo. El arco iris como símbolo tiene su propio poder, que deriva de lo simbolizado, y adquiere una cualidad inherente que es eficaz incluso fuera del contexto original. A diferencia del signo convencional, el símbolo en general posee gran universalidad
El arco iris es comparado por los Padres de la Iglesia a un velo o una sombra que permite ver al sol increado sin deslumbrarse. Sobre la frase del arcángel Gabriel: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra», San Bernardo comenta: «La virtud del Altísimo hará sombra a la Virgen, a fín de que esta águila singular no se viera deslumbrada por excesivo resplandor y no pudiera soportar el fulgor de la divinidad. Por tanto, la cubrirá con su sombra, para que con la interposición de la carne vivificante pudiera ver al Verbo en la carne, al sol en la nube….»
También es símbolo de la encarnación pues así como los colores contenidos en la luz blanca del sol -en la cual no son directamente perceptibles- se manifiestan en virtud de las materias que los filtran y los reflejan. Se podría decir que la contemplación de las Cualidades divinas es como la visión del arco iris, imagen invertida del sol sobre el velo de la lluvia. Es volviendo la espalda al sol como se contempla al arco iris; igualmente, la visión de Dios, reflejándose por Sus "colores" en el universo, se opera en virtud de la Luz divina, sin que pueda ser directamente contemplada la fuente de ésta.
En efecto, la Esencia pura e infinita jamás puede ser el "objeto" de la contemplación ni de la meditación. Sin embargo en la aproximación al arte sagrado es inevitable hacerse la pregunta que ya Juan Damasceno se hizo…« ¿Cómo hacer el icono de lo invisible, como dibujar aquello que no tiene cantidad, ni medida, ni límite, ni forma? ¿Como figurar aquello que no tiene figura, aquello que nos es recordado místicamente?».


Cuando, como en este caso, la imagen no es ilustración sino teosofía especulativa, se puede adquirir un conocimiento ontológico de lo finito abierto sobre lo infinito. Para Juan Damasceno la imagen y el icono es para los analfabetos lo que la Biblia para las personas instruidas, llegando a decir textualmente: «lo que la palabra es para el oído, el icono lo es para la vista». En su defensa de los iconos comenta: «Cuando lo invisible deviene visible en la carne, pintas la semejanza de lo invisible. Cuando aquello que no tiene cantidad ni medida ni dimensión por la eminencia de su naturaleza, cuando Aquel que es en la forma de Dios toma la forma de un esclavo y con esta reducción asume la cantidad, la medida y los caracteres del cuerpo, entonces pintas sobre tu tabla y propones para la contemplación a Aquel que ha aceptado ser visto».
El arco iris se produce por la interconexión de los dos elementos más opuestos y mutuamente excluyentes, que son el fuego y el agua, cuya complementariedad es imprescindible para mantener el dinamismo de la creación. Cuando ambos, el fuego y el agua se encuentran surge el estado de unión. En quienes se realiza este bautismo alcanzan el estado de iluminación y se vuelven perfectos. En la oración de la Acatista se le dice a la Virgen María: ¡Salve, conciliación de los contrarios!
Para desarrollar esta interpretación nos apoyamos en textos litúrgicos que nos transmiten intuiciones profundas de la fe y abren al espíritu regiones del conocimiento a las que no suele llegar la especulación teológica. En este caso citamos creaciones de orden «literario» en el sentido más elevado como la mencionada«Oración acatista» y las «Letanías de Loreto», obras que tienen valor de instrumentos de conocimiento para los fieles; lo cual expresa el conocido adagio: lex orandi lex credendi, «la regla de la oración es la regla de la fe». En las lauretanas se la invoca con el nombre de « Rosa mystica » y la liturgia pone en su boca estas palabras de la Sabiduría: «Yo soy... el rosal de Sarón».
El arco iris, probablemente el más común y bello de todos los fenómenos ópticos del cielo a la luz del día, se forma cuando la luz del Sol ilumina la lluvia al caer. La luz entra en las gotas y se dispersa en un espectro pero, al mismo tiempo, es interiormente reflejada por lo menos una vez antes de abandonar las gotas. Aunque la luz abandone cada gota en todas las direcciones, existen fuertes concentraciones en ciertos ángulos fijos, determinadas por el número de reflexiones internas. Esta reflexión interna del rayo de luz en las gotas de agua presenta una angulación de 42 grados, determinando así que el rayo del arco sea de 42 grados. . Cuando se ve un arco iris corriente, se observa que parece formar parte de un círculo perfecto y que su centro queda por debajo del horizonte en una cantidad que es exactamente la misma que la altitud del Sol por encima de él.
La primera fijación documental y científica sobre el arco Iris la tenemos en “Los Meteorológicos” de Aristóteles. Propuso la idea de que era en realidad una clase especial de reflexión de la luz solar por las nubes. La luz se reflejaría con un ángulo fijo, dando lugar a un cono circular de "rayos de arco iris". Estos conocimientos los hereda Beda el Venerable y los perfecciona el sabio árabe Alhazen, afirmando que el fenómeno no se produce si el sol se encuentra por encima de 42 grados sobre el horizonte. El ángulo que forman los rayos del arco iris y la luz solar incidente fue medido también en 1266 por Roger Bacon, que obtuvo un resultado de 42 grados. En 1304 el monje alemán Teodorico de Freiberg comprobó que cada gota individual era capaz de producir un arco iris. Además probó esta conjetura mediante experimentos realizados con una gota aumentada: un frasco esférico de vidrio lleno de agua, que le permitió seguir el camino de los rayos luminosos que constituyen el arco iris y corroborar que su ángulo es de 42 grados. Tres siglos después Descartes y Caramuel siguieron estudiando este bello fenómeno.



La relación entre el arco iris y el lirio la encontramos en la obra “Materia Médica” de Dioscórides, publicada en la segunda mitad del siglo I y que dedica al Lirio el primer capítulo, comentando las virtudes que su uso como medicina tenia adjudicadas desde la más remota antigüedad. El traductor hispano de esta obra fue el médico del papa Julio III, Andrés de Laguna, que la tradujo bajo el título: “Pedacio Dioscorides Anazerbeo, acerca de la materia medicinal y de los venenos mortíferos”, (Salamanca, 1570). En la descripción del Lirio que hace, se puede inferir las determinaciones simbólicas que tenia ya en la antigüedad, y las que lo hicieron apto para su utilización como emblema, tanto literario como iconográfico, desde allí hasta ahora. Pues bien el texto dice así: «Llámase ansi la Iris por las semejanzas que tiene con el arco celeste. Produce las hojas como las del gladiolo, empero mayores, más anchas y más viciosas. Sus flores nacen de diversas partes del tallo, distantes igualmente unas de otras; las cuales son algún tanto enarcadas y de vario color. Porque manifiestamente se muestran blancas, verdes, amarillas, moradas y azules, por razón de la cual variedad fueron comparadas al arco del cielo».

Es providencial que el ángulo de refracción del arco iris sea de 42 grados y que en la genealogía de Jesucristo, con la que empieza el Evangelio de San Mateo, se produce engarzándose a través de 42 generaciones, ya que existen según Mateo, 1: tres veces catorce generaciones que precedieron a Jesucristo, desde Abraham. (3 x 14 = 42 ).


Sobre la genealogía de Jesucristo expuesta en el Evangelio de Mateo y eslabonada desde Abraham, es comparada por San Gregorio con el hilo y el anzuelo al exponer aquello de Job: «¿Podrás tú sacar fuera con anzuelo al Leviatán?». El Señor lo pescó con el anzuelo, al presentarle el cebo manifiesto de su humanidad, bajo la cual estaba escondido el anzuelo de la divinidad, en la cual fue cogido al engullir el cebo. El brazo del pescador es el poder, la caña es la Sabiduría de Dios, el sedal, como una cadena de 42 eslabones, representa la genealogía.



  Aquí Dios está pescando a Leviatán, usando la naturaleza humana de Jesucristo como cebo. ... Es una miniatura del Hortus deliciarum1167-1185.”

Las relaciones entre el número «42», el «Lirio» y el signo de la «alianza» o «arco iris», las podemos encontrar en el proemio del «Zohar» o «El libro del esplendor», obra del español Moisés de León, que comienza:

«Rabí Jizquía comenzó a hablar y dijo: "Como el lirio (shoshaná) entre los espinos, así es mi amiga, entre las doncellas». ¿Qué -preguntó- simboliza el lirio? Simboliza la Comunidad de Israel. Así como el lirio entre los espinos está teñido con rojo y blanco, así la Comunidad de Israel es visitada ora con Rigor y ora con Misericordia. Así como el lirio posee trece pétalos de misericordia que lo rodean por todos los costados. Ésa es la razón de que la palabra EIohím mencionada en el primer versículo del Génesis, está separada por trece palabras de su nueva aparición. Las trece palabras simbolizan las trece formas de la misericordia que rodean a la Comunidad de Israel como una coraza.
La segunda mención de la palabra Elohim está separada de la tercera por cinco palabras, que representan los cinco recios pétalos que envuelven al lirio, que son las cinco vías de la salvación, las cinco puertas. Como dice el versículo, «Alzaré el cáliz de la salvación» He aquí él «cáliz de la bendición», que será levantado sólo con cinco dedos, según el modelo del lirio que se alza sobre cinco recios pétalos como cinco dedos. Y el lirio será un símbolo de la copa de la bendición.
Tras la tercera aparición de la palabra Elohim aparece la luz, que sólo creada fue encerrada como un tesoro en la Alianza (Brith) que penetró en el lirio y lo fructificó. Por eso tiene el nombre de «árbol que lleva fruto a donde está la simiente». Y esa simiente está protegida por el signo mismo de la Alianza.
Y así como la Alianza ideal se firmó a través de cuarenta y dos ayuntamientos, así el Nombre Inefable está formado con las cuarenta y dos letras de la Creación"».





Vemos en este texto que el Lirio que describe no es el natural pues el lirio no tiene trece pétalos sino seis. Posiblemente se tenga que interpretar al modo rabínico, en la que la forma y la estructura natural no es lo más importante sino las particularidades del orden de los vocablos, de las disposiciones gramaticales, de las pautas de la sintaxis y de las reglas como la gematría, temurá y notarikón. Si utilizamos el sistema de adición numérica o gematria en la palabra hebrea para lirio que es shoshaná; podemos comprobar que tiene 13 como valor numérico, ( shoshaná (shin=300+vau=7+shin=300+nun=50+hei 5 = 661 = 13). Este mismo número 13 es también emblemático de la palabra «ahabá», "amor", porque la suma de los valores de sus letras dan la misma cifra: (alef = 1 + hei = 5 + bet = 2 + hei = 5 = 13), y lo mismo de la palabra ehad (אחד) que significa único y de alguna forma alude a los desposorios entre un Yo (7) y un Tú (6), lo masculino y lo femenino para unificarlos. También el trece suma de 6 y 7, en lo referente al tiempo, simboliza la unión entre la creación en 6 días y el día 7 del descanso. Advirtamos que el número 6 representa emblemáticamente las direcciones del espacio(arriba, abajo, derecha, izquierda, delante, detrás) y el número 7 representa al centro espacial de la misma forma. Consideremos también que el producto de los dos números, el siete del centro por el seis de la periferia es 42.


En lo que respecta al arco iris sobre estas consideraciones numéricas advirtamos que la afirmación común que atribuye siete rayos o colores al arco iris está desprovista de todo valor desde el punto de vista simbólico. En realidad el arco iris tiene solamente seis colores, tres colores primarios, el azul, el amarillo y el rojo, y tres colores complementarios, a saber, el naranja, el verde y el violeta. Naturalmente existen los matices intermedios que podamos nombrar. A este respecto haremos notar que el color blanco, contenedor de todos los colores, corresponde propiamente al séptimo rayo. De tal forma que los seis colores no son sino la consecuencia de la refracción de la luz blanca, así como las direcciones del espacio solo son el desarrollo de las posibilidades contenidas en el punto primordial. Espacialmente la diferenciación de los colores del arco iris indica cierta exterioridad con relación al blanco o incoloro rayo axial.
Siguiendo este proemio del Zohar podemos inferir que es gracias al Amor por el que se produce la encarnación del Verbo, y como dice el mismo, esta «Alianza ideal se firmó a través de cuarenta y dos ayuntamientos», coincidiendo con las 42 generaciones o ayuntamientos, ya que existen según Mateo, 1: tres veces catorce generaciones que precedieron a Jesucristo, desde Abraham. (3 x 14 = 42).




Observemos que la puerta que estamos comentando expresa gráficamente este texto: «la luz, que sólo creada fue encerrada como un tesoro en la Alianza que penetró en el lirio y lo fructificó. Por eso tiene el nombre de «árbol que lleva fruto a donde está la simiente». Y esa simiente está protegida por el signo mismo de la Alianza». En la puerta vemos que el rayo de luz se transforma en el arco iris o signo de la alianza y que este proteje como una tienda a la rosa.
Existe una indeterminación entre el Lirio y la rosa en las traducciones al Cantar de los Cantares, en donde figura así: "Yo soy la rosa de Sarón, y el lirio de los valles. Como el lirio entre los espinos, así es mi amiga entre las doncellas", en traducción de Casiodoro de Reina (1569). En la versión original hebrea, en cambio, la "rosa", shoshana, aparece dos veces en lugar del lirio. Es evidente que azucena es una deformación de shoshaná, especialmente si le agregamos el prefijo de la hei, artículo determinado femenino singular, en cuyo caso se lee ha-shoshaná, la rosa. Por otra parte, la observación floral nos hará preferir la rosa al lirio o la azucena simplemente porque sólo la primera crece entre espinos.
En la antigúedad Israel era conocida entre sus místicos por Shoshanat- Jacob, la Rosa de Jacob, aludiendo, de manera metafórica, al alma del pueblo cuidada por Dios, su jardinero. Y es en Zaragoza donde la «Rosa mística» se presentó al segundo Jacob dejándole otra piedra por la que se asciende al Cielo.


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