lunes, 28 de marzo de 2011


Cristóbal Colón y el paralelo 42


                      Cristóbal Colon

                                                      Indus gelidum potat Araxen,
                                               Albin Persae Rhenumque bibunt
                                                       uenient annis saecula seris,
                                                  quibus Oceanus uincula rerum
                                                         laxet et ingens pateat tellus
                                                   Tethysque nouos detegat orbes
                                                           nec sit terris ultima Thule.*

           Este texto, citado por don Hernando Colón en su Vida del Almirante, pertenece al coro de los Corintios de “Medea”,  obra del cordobés Séneca .


Jasón y Medea

  Sobre el acervo cultural de Colón planea cierto misterio. Algunos biógrafos patrocinan que fue alumno de la Universidad de Pavía. Otros creen que siendo artesano, no adquirió estudios.  Si no los tuvo, no se puede explicar de manera satisfactoria sus profundos conocimientos en Matemáticas, en Geografía, en Astronomía y, sobre todo, en Náutica, que le permitiesen capitanear una escuadra por mares desconocidos hasta hallar lo que buscaba. En esta segunda hipótesis, que nos lo presentan como un artesano, dedicado toda la vida a cardador de lana o de seda o a comerciante o traficante en vino. ¿Cómo se explican?  que pudiese mostrar en sus escritos que conocía con bastante profundidad la Biblia y las obras de los Santos Padres y que había leído a Aristóteles y a Estrabón, a Ptolomeo y a Josefo y otros autores griegos, a los árabes Averroes y Alfagrán y a los autores latinos Julio César, Séneca, Plinio y Julio Capitolino, San Isidoro de Sevilla y San Beda el Venerable, Duns Scoto y otros, además de las obras del Abad Joaquín, calabrés, del matemático Sacrobasco, del franciscano Nicolás de Lira, de Alfonso el Sabio, de Gersón, Regiomontano, Marco Polo.  



 De alusiones a otros muchos sabios y a hechos de la historia de Oriente, Grecia y Roma están  llenos sus escritos, nos llama la atención, además, las  numerosas citas de los libros de la Biblia, en especial el Apocalipsis, que es el más difícil de todos.

El más interesante referirnos directamente al testimonio que dio él mismo de la cultura que recibió: "Todo lo que hoy se navega he andado. Tracto e conversación he tenido con gentes sabias, eclesiásticas e seglares, latinos y griegos, judíos y moros, y con muchos de otras sectas; a este mi deseo hallé a Nuestro Señor muy propicio y hube dél para ello espíritu de inteligencia.
"En la marinería me hizo abundoso, de astrología me dió lo que abastaba, y ansí de geometría y aritmética, e ingenio en el ánima y manos para dibujar esta esfera, y en ella las ciudades, ríos y montañas, islas y puertos, todo en su propio sitio. En este tiempo he ya visto y puesto estudio en ver todas escrituras, cosmografías, historias, crónicas y filosofía y de otras artes...
"De forma que me abrió Nuestro Señor el entendimiento con mano palpable, a que era hacedero navegar de aquí a las Indias y me abrasó la voluntad para la ejecución dello, y con este fuego vine a Vuestras Altezas."





 Obsérvese este pasaje de la tragedia - “Medea” escrita por Séneca refiriéndose a esos argonautas que se internan en lo profundo del Asia en busca de un fabuloso tesoro, el vellocino de oro. Lo dice uno de los personajes del drama: "Venient annis Secula seris, quibus Occeanus Vincula rerum laxet, et ingens Pateat tellus, Tiphisque novos Detegat orbes, nec sit Terris Ultima Thule." Es decir: …vendrán en los tardos años del mundo ciertos tiempos, en los cuales el mar océano aflojará los atamientos de las cosas y se abrirá una tierra inmensa; y un nuevo marinero, como aquel que fue guía de Jasón descubrirá un nuevo mundo. Ya no será entonces la isla de Thule (Islandia) la postrera de la tierra.

   ¿Quién fue Medea…? Tratábase en el mundo de la mitología griega de una dama mezcla de princesa y hechicera, hija del rey de Cólquida, comarca del Asia cerca de Armenia, donde era tal la riqueza en oro que se decía que los palacios se construían con este metal. Medea se enamoró de Jasón el jefe de los Argonautas, héroes griegos que navegaban en el navío llamado Argos. Estos héroes se acercaban a Cólquida o Colcos con el objeto de apoderarse del vellocino de oro que era custodiado por un dragón y varios toros. Jasón se robó el valioso animal con la complicidad de Medea que no ha sido una hija muy fiel. Después Jasón abandona a Medea y ésta -despechada- se encarga de matar a todos los hijos que tuvo con el jefe de los Argonautas. Por último Jasón muere aplastado por su propio navío. Esta tragedia que registra la mitología ha sido elaborada como drama teatral por Eurípides en el año 431 a/c., por Séneca en el 45 d/c. y más recientemente por Corneille en 1635.
Séneca

¡Cómo no se va a sentir aludido Colón cuando una tragedia tan taquillera a través de los siglos difunde en los escenarios expresiones como “se abrirá una tierra inmensa” o del nuevo marinero que descubrirá un nuevo mundo!. Se halagaría Colón al sentir que Séneca -casi mil quinientos años atrás-lo comparaba con la épica expedición de los Argonautas.
Mapa con el itinerario de los Argonautas. Al final, tras las "simplegades" se encuentra La Cólquide en una latitud de 42º.

  Nuestro objetivo es plantear el problema de los significados que tuvo para Cristóbal Colón, la cita Senequiana sobre la «Ultima Thule».    el cual Colón se considera él mismo  como una reencarnación de Tifis, el piloto de la expedición argonáutica hacia la Cólquida.   
Previamente, debemos subrayar que esta referencia a la «Ultima Thule» de Séneca está integrada, en particular, en un conjunto de alusiones hechas por ciertos cronistas y criticas en el mundo hispánico desde el siglo XV. Colón él mismo, el Colón histórico, se refiere tanto a Séneca en su relación del tercer viaje como a Aristóteles y a Aberruiz (Averroes)». En
1526, Fernández de Oviedo en su Historia general y natural de las Indias compara las aventuras de Jasón con las proezas de los Conquistadores y considera irónicamente el viaje de los Argonautas como hechos sin importancia  frente a las hazañas de los Argonautas españoles contemporáneos.


Latitud de Cuba + - 21º

        El Número 42 en el descubrimiento de América

         Deseo establecer una relación entre el misterioso número 42 que aparece repetido sesenta y cuatro veces en la Basílica del Pilar y la curiosa “equivocación” que tiene Cristóbal Colon al fijar el paralelo de cuba en 42º.  También debemos tener en cuenta, en referencia a lo anteriormente escrito, que en el paralelo 42º y en el actual meridiano 42º a contar desde Greenwich, es decir, desde Aragón, se encuentra según los antiguos, la “Cólquida”, lugar al que se dirigió Jasón, y lugar también llamado en la antigüedad “Iberia” y actualmente Georgia. Esta región tiene, en común con Aragón, además del mismo nombre el mismo patrón y la tradición de haber sido cristianizada por el Apóstol Santiago. Hacia esta dirección, es decir al puerto de Trebisonda, se dirigió Marco Polo, como escala, para viajar al Oriente.



              Si analizamos el hexagrama, presente en la Basílica, formado por seis líneas, alternativamente continuas y discontinuas, comprobaremos que corresponden en lenguaje informático a un «byte» de seis «bit».   En este sistema de representación, si asignamos, como ya lo hizo Leibniz, a la raya continua el valor uno y a la raya partida el valor cero, comprobamos que reproduce al número 42 en cifras binarias.




El diario de Colon, que tan bien coadyuva al conocimiento de aquellas nuevas tierras y a las dificultades que presentó tan arduo viaje por el Mar Tenebroso, ofrece a su vez ciertos problemas en su estudio.
          El de mayor importancia es el hecho que se haya perdido el texto original del “Diario de a bordo”. A las muchas incógnitas que ofrece la vida de Colón, comenzando por el interrogante de su nacimiento (no descartemos que pudiera ser aragonés),  y concluyendo por el lugar donde recibió sepultura hay que añadir la pérdida de este texto.
           La obra que ha llegado a nuestras manos se la debemos a fray Bartolomé de las Casas. Se trata de un compendio amplio de la obra originaria, en la que fue alternando muchos párrafos textuales nacidos de la pluma del Almirante.
       No obstante la difícil labor llevada a cabo por fray Bartolomé, si bien se le recrimina el que no transmitiera la copia exacta del texto, al que resulta evidente que tuvo acceso, sí en cambio se le acepta como veraz la transmisión que hiciera a la posteridad del contenido del Diario. Esta confianza se justifica por otras varias obras y documentos de las que también hizo una labor semejante que, una vez analizada, fue plenamente aceptada por la crítica más severa.

    Pero dejando a un lado estudios más o menos pormenorizados, lo que resulta evidente es el enorme interés de esta obra por cuanto aporta elementos de gran peso para el conocimiento de la travesía hasta las Indias así como la descripción de elementos humanos y naturales que Colón perfila con atinadas observaciones científicas e incluso, en ocasiones, poéticas.



          Con las sencillas palabras: Partimos viernes 3 días de agosto de 1492 años, de la barra de Saltes, a las ocho horas. Así comienza no sólo el diario de a bordo, escrito por Colón, sino la más trascendental de las singladuras que han surcado los mares de la Historia.
       De este viaje hacia las, que habían de ser, ignoradas tierras se nos hace una vívida relación a lo largo de las páginas del libro. Día a día se comenta cuanto sucede primero a bordo y, luego, en tierra, una vez arribadas las naves a su sorprendente destino.


Puertas de la Basílica del Pilar de Zaragoza

Martes, 30 de octubre

  Salió del río de Mares al Noroeste, y vió cabo lleno de palmas y púsole Cabo de Palmas, después de haber andado quince leguas. Los indios que iban en la carabela Pinta dijeron que detrás de aquel Cabo había un río, y del río a Cuba había cuatro jornadas, y dijo el Capitán de la Pinta que entendía que esta Cuba era ciudad y que aquella tierra era tierra firme muy grande, que va mucho al Norte y que el rey de aquella tierra tenía guerra con el Gran Can , al cual ellos llamaban Camy, y a su tierra o ciudad, Saba, y otros muchos nombres. Determinó el Almirante de llegar a aquel río y enviar un presente al rey de la tierra y enviarle la carta de los reyes, y para ella tenía un marinero, que había andado en Guinea en lo mismo, y ciertos indios de Guanahani que querían ir con él, con que después los tornasen a su tierra. Al parecer del Almirante, distaba de la línea equinoccial 42 grados hacia la banda del Norte, si no está corrupta la letra de donde trasladé esto; y dice que había de trabajar de ir al Gran Can, que pensaba que estaba por allí o a la ciudad de Catay, que es del Gran Can, que dice que es muy grande, según le fué dicho antes que partiese de España. Toda aquella tierra dice ser baja, y hermosa y honda la mar.




                 Su latitud real es 2l grados norte. El intento de explicar tan descomunal error ofrece versiones para todos los gustos. Los más inverosímiles lo achacan a los escasos conocimientos colombinos sobre navegación de altura. Aunque no utilizara el cuadrante de marear, el error no es posible pues un palmo con el brazo estirado abarca unos 21º, es decir la estrella polar o “estella maris” se encuentra a un palmo sobre el horizonte, y si se encontraran en el paralelo 42 se podría comprobar fácilmente los dos palmos de declinación de la estrella.  Otras versiones que intentan explicar este dato erróneo, lo consideran intencionado para mantener en secreto la situación de las nuevas tierras descubiertas ante las naciones rivales -Portugal- o ante sus propios compañeros de navegación.



        El diario del día Miércoles, 21 de noviembre
 Al sol salido, navegó al Leste con viento Sur. Anduvo poco por la mar contraria. Hasta horas de vísperas hubo andado veinticuatro millas; después se mudó el viento al Leste y anduvo al Sur cuarta del Sueste, y al poner del sol habían andado doce millas. Aquí se halló el Almirante en 42 grados de la línea equinoccial a la parte del Norte, como en el puerto de Mares, pero aquí dice que tiene suspenso el cuadrante hasta llegar a tierra que lo adobe. Por manera que le parecía que no debían distar tanto, y tenían razón, porque no era posible como no estén estas islas sino en 21 grados. Para creer que el cuadrante andaba bueno, le movía ver, diez que el Norte tan alto como en Castilla, y si esto es verdad mucho allegado y alto andaba con la Florida; pero ¿dónde están luego agora estas islas que entre manos traía? Ayudaba a esto que hacía dize gran calor, pero claro es que si estuviera en la cosa de la Florida que no hubiera calor, sino frío. Y es también manifiesto que en cuarenta y dos grados en ninguna parte de la tierra se cree hacer calor, si no fuese por alguna causa de “per accidens”, lo que hasta hoy no creo yo que se sabe. Por este calor que allí el Almirante dice que padecía, arguye que en estas Indias y por allí donde andaba debía de haber mucho oro. Este día se apartó Martín Alonso Pinzón con la carabela Pínta, sin obediencia y voluntad del Almirante, por codicia, diz que pensando que un indio que el Almirante había mandado poner en aquella carabela le había de dar mucho oro, y así se fue sin esperar, sin causa de mal tiempo, sino porque quiso. Y dice aquí el Almirante: «otras muchas me tiene hecho y dicho».
 La mejor opinión sobre este pasaje la escribe al margen Las Casas cuando dice: esta algarabía no entiendo yo. ter, etc., y que supiesen de ciertas provincias y puertos y ríos de que el Almirante tenía noticia y cuanto distaban de allí, etc. Aquí tomó el Almirante la altura con un cuadrante esta noche, y halló que estaba 42 grados de la línea equinocial, y dice que por su cuenta halló que había andado desde la isla del Hierro mil y ciento y cuarenta y dos leguas, y todavía afirma que aquella es tierra firme.


Estandarte de Colon con la "F" del Rey Fernando de Aragón (Flechas) y la "Y" de la Reina Ysabel de Castilla (Yugo).

Como hemos podido leer es demasiada casualidad la presencia del número 42, tanto en la Basílica como en el punto de arribada a las nuevas tierras. Más adelante haré referencia a este número en obras subrayadas por Colón de otros autores, como Joaquín de Fiore y el Apocalipsis de San Juan
    * El agua fresca del Araxe bebe
El indio: el persa allí su sed mitiga,
En el Elba y el Rhin. Llegará un tiempo
En el camino que los siglos sigan.
Que el Océano extenderá del globo
El circulo, ofreciendo á la osadía
De los hombres, ignota, inmensa tierra.
Nuevos mundos la mar dilatadísima
Llegará á revelarnos, y cual linde
Del mundo no será Thule ya vista.