viernes, 10 de enero de 2014

El laberinto y la danza


          El Laberinto y la danza

Como se vé en los dibujos estos laberintos, todos están generados topológicamente por la rotación del más simple diseño de "greca". Si recorremos esta greca veremos que dibujaremos una S.  Este símbolo es la forma más sencilla de la doble espiral, y desempeña un papel extremadamente importante en el arte tradicional de los países más diversos, y concretamente en el de la Grecia arcaica.


      Como podemos observarlo en sus grecas ornamentales.  Algunos estudiosos del simbolismo han dicho justamente, que esta doble espiral puede considerarse como la proyección plana de los dos hemisferios del Andrógino. Así mismo ofrece la imagen del ritmo alternado de la evolución y de la involución, del nacimiento y de la muerte. Representan la manifestación y la misma revolución del mundo alrededor de su eje, pero bajo el doble punto de vista, es decir si lo observamos  respectivamente desde uno y otro de los dos polos; y estos dos sentidos de rotación expresan en efecto la doble acción de la fuerza cósmica de que se trata, doble acción que es en el fondo la misma cosa que la dualidad del yin y del yang . 



Estos laberintos  no son como añgunos barrocos que tienen puntos sin salida, estos podían recorrerse de extremo a extremo sin encontrar en ninguna parte punto de interrupción ninguno que obligara a detenerse o a rehacer el camino, de modo que constituían en realidad una vía muy larga que debía cumplirse enteramente antes de llegar al centro. En ciertos casos, como en Amiens, el “maestro de obra” se había hecho representar en la parte central, así como Vinci y Durero inscribían en ella sus nombres; se situaban así simbólicamente en una “Tierra Santa”, es decir, en un lugar reservado a los “elegidos”, o en un centro espiritual que era, en todos los casos, una imagen o reflejo del verdadero “Centro del Mundo”, a través de cuya serie indefinida el ser ha debido “errar” primero, antes de poder establecerse en ese centro.




                 La línea continua es entonces la imagen del sûtrâtmâ que une todos los estados de ser  entre sí, y, por lo demás, en el caso del “hilo de Ariadna” en conexión con el recorrido del laberinto, encontrado en Grecia, cerca de Corinto, dos modelos de arcilla, reducidos, de casas pertenecientes a la época arcaica llamada “geométrica”; en los muros exteriores se ven meandros que rodean la casa y cuyo trazado parece haber constituido en cierto modo un “sustituto” del laberinto.

                   

         En la medida en que éste representaba una defensa, sea contra los enemigos humanos, sea, sobre todo, contra los influjos psíquicos hostiles, pueden considerarse también esos meandros como dotados de un valor de protección, e incluso doble, al impedir no solo a los influjos maléficos penetrar en la morada, sino además a los influjos benéficos salir de ella y dispersarse en el exterior. Este diseño lo encontramos en las plazas de toros, en las que para protejerse tras el burladero se debe trazar una evasiva “s”. 




  Otro ejemplo notable, desde el punto de vista del simbolismo de los “encuadres”, está dado por ciertos caracteres chinos que se referían primitivamente a ritos de fijación o estabilización consistentes en trazar círculos concéntricos o una espiral en torno de los objetos; el carácter heng, que designa tal rito, estaba formado en la escritura antigua por una espiral o dos círculos concéntricos entre dos rectas.

        

En todo el mundo antiguo, las nuevas fundaciones, ya se tratara de campamentos, de ciudades o de aldeas, eran “estabilizadas” trazando espirales o círculos en torno de ellas“Gracias a un conocimiento convenientemente encuadrado (chie), marchamos a pie llano por la gran Vía”. Tao-te King,  cap. LIII,


  Reconozcamos ese diseño sinuoso en la vista aérea de Venecia.



  Podemos relacionar el movimiento masculino, frontal y rectilíneo del toro con el femenino baile sinuoso del torero. Esa especie de lid española tan parecida al Jujutsu, término japonés que se traduce literalmente como "el arte de cumplimiento" o el arte de usar la fuerza indirectos para derrotar a un oponente, en lugar de la fuerza directa.
   

 La investigación sobre el laberinto nos deriva hacia su relación con la danza. Los testimonios literarios y arqueológicos sobre danzas y juegos laberínticos son de lo más primitivos, tanto por la antigüedad como por sus características. La propia topología del laberinto -como espiral de doble sentido (o meandro) proyectada hacia dentro y fuera. El recorrido por su sendero es un gesto primigenio, que permanece evocador, donde quiera que aparezca. Una danza de laberinto es mencionada y descrita por primera vez en Grecia en la Ilíada:


 "El muy ilustre cojitranco (Hefesto) bordó también una pista de baile semejante a aquella que una vez en la basta Creta el arte de Dédalo fabricó para Ariadna, la de bellos bucles. Allí zagales y doncellas, que ganan bueyes gracias a la dote, bailaban con las manos cogidas entre sí por las muñecas. Ellas llevaban delicadas sayas, y ellos vestían túnicas bien hiladas, que tenían el suave lustre del aceite. Además, ellas sujetaban bellas guirnaldas, y ellos dagas áureas llevaban, suspendidas de argénteos tahalíes. Unas veces corrían formando círculos con pasos habilidosos y suma agilidad, como cuando el torno, ajustado a sus palmas, el alfarero prueba tras sentarse delante, a ver si marcha, y otras veces corrían en hileras, unos tras otros".

Si bien Homero no utiliza el término laberinto. Pues originariamente no se llamaba labyrinthos aquello que se representaba a través de la danza, la transferencia de la palabra labyrinthos a la danza no tenía por qué producirse.


        No obstante, la definición de las danzas de laberinto está en todo caso tan asegurada como la de la espiral laberíntica: o bien a través de los mismos personajes mitológicos o por la propia forma. Homero conoce un lugar para la danza (chorós), que Dédalo había preparado en Cnosos para Ariadna.



  Parece ser que los danzantes se movían en círculo, en dos grupos y en unión, "un grupo bailaba al encuentro del otro". Esto debió ocurrir, necesariamente, cuando la hilera giraba en una línea espiral o meandro, o bien cuando volvía sobre sus pasos dentro de la figura laberíntica compleja.   Según  comentario de los escolios, Teseo habría interpretado esta danza junto con los supervivientes después de vencer al Minotauro, imitando su caminar por el laberinto -entrada y salida- . El arte de esta danza se lo había enseñado Dédalo.