jueves, 1 de noviembre de 2012

Los 42 triángulos del Sri-Yantra


El yantra es una palabra para la que no hay equivalente en castellano, podría traducirse por cosmograma.   El yantra es un núcleo de lo visible y cog­noscible, un diagrama interrelacionado de líneas por medio del cual se concentran las energías visualizadas. Todo este tipo de arte aporta formas relativamente «toscas» que evocan las formas «sutiles» de las imágenes mentales, y son completamente inconfundibles.   Ésta es una de las formas que sirven para hacer funcionar el mecanis­mo psicocósmico, y constituye también uno de los aspectos del arte Tantra que más gusta a la gente que se siente decepcionada con el huero conceptualismo de buena parte del arte moderno.

Se pueden elaborar yantras con muchos materiales distintos. El cuerpo humano mismo pasa frecuentemente por ser «el mejor yantra posible». Pero se pue­den hacer yantras artísticos en el suelo, con pastas o polvos de colores, delante del sadhaka sentado; se pueden dibujar o pintar sobre papel con el fin de conservarlos permanentemente y usarlos una y otra vez, o bien hacerlos de nuevo cada vez que hagan falta. De forma permanen­te se pueden hacer con muchas sustancias; la más importante de las cuales es el cristal de roca, que tiene su propio simbolismo, y cuya clara sustancia incolora, que puede tallarse de manera que concentre la luz en su ápice, constituye un excelente emblema de la sustancia omni­inclusiva de la realidad fundamental; de la misma manera que la luz incolora contiene todos los colores posibles de la luz, el cristal puede servir a modo de analogía de la sustancia en la que están contenidas todas las sustancias.


     Los yantras diagramáticos suelen centrarse en un solo punto, el pun­to en que va recogiéndose gradualmente la concentración meditativa. La concentración en un solo punto es requisito indispensable para cualquier sadhaka que desee llegar siquiera a comenzar a hacer progre­sos.  
 En la práctica sólo los sadhakas muy avanzados llegan a captar las verdaderas formas implícitas en el yantra y el mantra, y ésta es la razón de que la mayor parte de los occidentales normales no consigan captarlos intelectualmente; incluso en la India, la verdadera na­turaleza del yantra suele ser mantenida en secreto, y ese secreto sólo se puede indicar verbalmente entre sadhakas, y jamás se escribe.
Hay, sin embargo, ciertas cosas que pueden ser explicadas. En pri­mer lugar, es evidente que cuesta mucho tiempo y esfuerzo elaborar el contenido de las imágenes almacenadas en cualquier complejo yantra­mantra. Las realidades a que se alude en esquemas condensados de visión y sonido sólo pueden llegar fácilmente a la mente después de larga práctica.    

 En torno del perímetro hay un diseño cuadrado de «puertas» de reingreso. Este diseño representa el «cerco» en cuyo interior está encerrado el ser meditativo los circuitos sucesivos que hay en su interior representan «vainas» o fases sucesivas de intimidad, mientras los múltiples pétalos o triángulos exteriores están ocupados por formas « más toscas» de energía, que son absorbidas y progresivamente concentradas en los circuitos interiores menos proliferantes. El centro es el punto don­de se concentran finalmente todas las irradiantes energías originarias, co­mo «Om» o «Klim». Las identidades-mantra de todos los circuitos bási­cos pueden aparecer también en forma antropomórfica, como devatas.


 En el gran Sri Yantra, el más importante de todos los yantras tántri­cos, cada uno de los triángulos exteriores está ocupado por los devatas que representan el ser-energía subdividido de la Diosa.
Estas Nityas («seres eternos») o Mahavidyas («grandes sabidurías») pueden ser representadas en forma humana.   Cada una de estas diosas menores puede tener también su propio yantra. Algunos de los yantras menores son seg­mentos evidentes del omniabarcante Sri Yantra.

Las 13 esferas de un empaquetamiento espacial perfecto y 42 esferas que así mismo empaquetan a esas germinales

Aunque, naturalmente, el yantra tiene el doble aspecto tántrico típi­co, el Sri Yantra queda mejor explicado desde el punto de vista de la Génesis. En la meditación se usa en dirección revertida, lo que sirve para encauzar, desde el borde exterior hasta el «punto» final, todas las constataciones de energía cósmica del sadhaka. Pero como este gran yantra constituye la imagen misma del proceso de creación, metafísi­camente sexual, penetrarlo equivale a intuir toda la idea metafísica tán­trica subyacente. La descripción que damos a continuación se basa en la que ofrece el Kamakalavilasa, traducido como apéndice y que tomada junto con el diagrama Sankhya   equivale a una «definición» de la Diosa.


El punto, o bindu, del centro indica el invisible primer principio, el semen autoengendrado de ser y conciencia, que en términos estrictos, nunca puede ser ni visible ni imaginable. Del lado del hombre, este punto es el punto de la disolución final, pero del lado de la creación su primer acto de proyección consiste en escindirse a sí mismo en macho y hembra; éstos son el punto visible y el mínimo triángulo abarcante que apunta hacia abajo. Como dice el antiguo y sacratísimo Brihadara­nyaka Upanishads (hacia el año mil antes de Cristo): «Él estaba solo: no gozaba: uno solo no goza: deseaba un segundo, y se hizo como un hombre y una mujer fuertemente abrazados. Él transformó en dos su propio ser. De donde surgieron marido y mujer». Y, más adelante: «Él deseaba, que exista mi esposa: sea yo engendrado como muchos: posea yo cosas: ejecute yo actos: éste era su deseo». El tiempo pasado que aquí se usa no implica prioridad temporal, sino prioridad ontoló­gica o existencial. Para el tantrica, la creación es un acto continuo, de modo que la forma que adopta el deseo (Kama) es la forma de su identidad móvil femenina transformando el mundo, para su goce, en Deleite, Conciencia y, naturalmente, Ser. El punto considerado como primer acto suyo de movimiento dibuja el triángulo que es la forma originaria del yoni (vulva) generativo de la Diosa, el primer acto de expansión de espacio y tiempo, una trinidad que puede ser contempla­da de otra forma en el icono de Chinnamasta.


Por consiguiente, hay «en existencia», en la primera fase de la evo­lución creativa, un punto en el interior de un triángulo que apunta hacia abajo. La fase siguiente consiste en que esta pareja engendre cua­tro pares de triángulos, cada uno de los cuales tiene un triángulo que apunta hacia abajo por ser hembra. El par más interior muestra a veces en su interior un pun­to dentro de un círculo que representa el yantra de Bhuvanesvari, que  es el segundo de los Mahavidyas hindúes. Todos ellos representan el «avance» o expansión de la energía-luz nuclear desde el interior del primer triángulo, el «destello» y su «reflejo desarrollado» (que, en sánscrito, se llaman, respectivamente, Prakasa y Vimarsa). La interre­lación de los cinco triángulos femeninos originarios y los cuatro trián­gulos masculinos originarios genera los circuitos de otros triángulos en los que emerge conjuntamente la gama de formas variadas de con­ciencia y creación para componer el conjunto del mundo móvil, así como también su historia en el tiempo, de alguna representados por esos 42 triángulos que emergen de la matriz universal. 


La danza de la energía lumino­sa se representa en ciertos santuarios en iconos cuyos rasgos esenciales se pueden captar visualmente en fotografías modernas de partículas en cámaras de ionización. Es característico del pensamiento artístico in­dio, sin embargo, expresar esquemas temporales por medio de un sis­tema cerrado de cercados estilizados en colores planos. La tradición china, por ejemplo, expresando su propio concepto del movimiento creativo en el tiempo y el espacio, el Tao, subrayaba el tejido del mun­do en forma de un cambio en interminable desarrollo que nunca se repite. En el contexto tántrico, sin embargo, no hay que olvidar que la fuerza motriz que subyace a todo este proceso es un deseo trascenden­tal que justifica el sentido sexual implícito. El deseo crea su objeto de la misma manera que el deseo cósmico creó al mundo. El deseo multi­plicado crea muchos objetos. Retirado y concentrado en el Vacío de la Realidad Final, se transforma en un esplendor interior especial que sólo los tantricas conocen.