domingo, 17 de enero de 2010

Los Cuernos y las Coronas

LOS CUERNOS DE MOISÉS



Entre los celtas existía un dios llamado Belen idéntico a Ablun o Aplude. Este correspondía al Apóllôn Karneîos de los hiperbóreos, siendo convertido en Apollôn (Apolo) entre los griegos. Quisiera formular algunas consideraciones concernientes al nombre Karneîos, así como al de Krónos (Cronos), con el cual está en estrecha relación, ya que ambos nombres tienen la misma raíz KRN, que expresa esencialmente las ideas de “elevación” y potencia”. Por tanto la etimología del nombre podría relacionarse con el significado de ‘astado’. También podría tener una relación con el antiguo demonio indio Kroni.



El sentido de “elevación” derivado etimológicamente del nombre Krónos conviene a Saturno, que corresponde a la más elevada de las esferas planetarias, el “séptimo cielo” o el Satya-Loka ( Lugar de los Sabios) de la tradición hindú. Este planeta gobernaba la “edad de oro”, es decir, del Satya-Yuga o primera fase del Manvántara.
El Capitolio, el otrora corazón de Roma y luego corazón del Imperio romano, fue llamado Saturnius Mons porque al pie de la colina se estableció Saturno, a quien habrían construido un altar, antes de la guerra de Troya, en el lugar donde más tarde se levantó su templo. La tradición refiere la existencia sobre el Capitolio de una ciudad de Saturno llamada Larissa Capitolina. Se recordaba la existencia en Roma y en el Lacio de una antiquísima “estirpe saturnia”, de los tiempos del rey Jano, que vive según las costumbres de la Edad de Oro.



 El mito narra que Saturno, al final de su reinado, desapareció repentinamente bajo tierra . No se trata de “muerte” sino de latencia, de un poder que se retira misteriosamente a lo invisible pero que sigue existiendo, invisible y oculto, como germen de posibilidades futuras. Es significativo el hecho de que la tradición romana coloque la “Tumba de Saturno” en las entrañas del Capitolio, o sea del monte que le habían consagrado. Saturno es Soberano de los orígenes e hipóstasis divina: “del etéreo Olimpo Saturno fue el primero en descender” . El mito romano muestra claramente la conciencia de que la tradición romana nace en el Centro primordial y hace asumir a Roma el papel de Centro derivado de él para la custodia y transmisión de aquella Sabiduría en el ciclo que con Roma se inaugura. En el Capitolio, consagrado a Saturno y por lo menos desde el siglo VI a Júpiter, se celebraba el rito augural con el que el poder, o auctoritas. descendía sobre el rey-sacerdote. El nombre del dios parece haber sido, en tiempos arcaicos, Sateurnus y los Romanos lo interpretaban generalmente como derivado de satus: la acción de sembrar . Satur, por otra parte, significa “saciado”, “abundante”, “fértil”de ahí la palabra “saturado”. De esta manera, Saturno tiene conexión con la “semilla” y con el misterio de la germinación en el regazo de la tierra. Esta interpretación ha de entenderse en sentido no exclusivamente material sino metafísico. Saturno está asociado en el mito a Jano, dios de los “tránsitos” de las “puertas” y dios de la enseñanza oculta, de la “Urbe Arcana” donde los Misterios de la Edad de Oro, las “semillas” de la Æternitas de Roma, están custodiados, junto con los pignora imperii, bajo la tutela del Genio de la Urbe.



 Saturno, como el “Pilar”, se presenta, entonces, como símbolo del Ser, quieto y oculto tras el torbellino del devenir. La raíz del nombre Saturnus es idéntica a la que en sánscrito indica la plenitud del “ser”, la perfección interior: sat. Sat es, en la India, el atributo del Señor Supremo entendido como “aquél que es”, fuente autoexistente, Vida no agotada e inagotable y Satya yuga es la Edad de Oro, de la plenitud del Ser. De esta manera, el nombre mismo de Saturno parece remontarse al patrimonio de un común léxico sacro indoeuropeo. El ocultamiento de la sabiduría “saturnal” y de la estirpe “saturnal” alude, pues, a una decadencia que prosigue su marcha, la edad oscura, pero al mismo tiempo preanuncia el misterio de la renovatio que tendrá por centro la Roma renovata de la que deberá partir el impulso vital para el regreso a los aurea sæcula.



Entre los pueblos indoeuropeos, Karneîos es el dios del Karn, es decir, del “alto lugar” que simboliza la Montaña sagrada del Polo, y que entre los celtas estaba representado por el cairn, o montón de piedras que ha conservado aquel nombre. La piedra, por lo demás, está a menudo en relación directa con el culto de Apolo, como se advierte en particular por el Ómphalos de Delfos.



La relación entre el “Pilar” y el templo de Artemisa de Éfeso, que en algún lugar he comentado, nos dispone a recordar que Artemisa es hermana de Apolo. Este dios, al que se suele representar sentado sobre el “Omphalos” de Delfos, nos hace reflexionar, o mejor nos señala con sus flechas, que apuntemos a la diana de su nombre, Apolo. En la etimología de su nombre encontraremos algo del principio esencial que representa, pues se puede interpretar “A” como partícula negativa y “poli” mucho. De tal forma que es el dios que lleva a la unidad por remisión de la pluralidad.
Esta función de “unificador”, corresponde de manera eminente a la Virgen, pues es llamada “conciliadora de los contrarios”. 



También a Jesucristo, que sentado en los brazos de la Virgen del Pilar, se le canta en la Antífona de Visperas del día 22 Adviento:« Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos uno solo, ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra».
En efecto, el significado fundamental de este hecho, es que en realidad todo está contenido en el centro, y en este caso el centro es el Pilar que como emblema del “Principio de inmovilidad,” nos coloca en un punto de vista desde el que encontramos en él, de algún modo y como “arquetipo”, si cabe expresarse así, todo cuanto se encuentra en el conjunto del Universo.



En relación a la corona de la Virgen del Pilar, así está escrito en el capítulo 12 del Apocalipsis: “una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”.


El emblema de estas doce estrellas parece que tiene que ver en la bandera de la “Unión Europea”, pues según se dice: Robert Schuman, Konrad Adenauer y Alcide De Gásperi rezaron juntos en la catedral de Estrasburgo ante la imagen de la Virgen Inmaculada. Nuestra Señora, coronada de doce estrellas, está representada en una de sus vidrieras. Esta oración la realizaron justo antes de defender el proyecto de Tratado de la Comunidad ante el Consejo de Europa. Tratado que fue aprobado el 8 de diciembre de 1955, festividad de la Inmaculada Concepción”.




Retornando al objetivo inicial que era analizar el nombre mismo de “cuerno”. Podemos observar que está manifiestamente vinculado a la raíz KRN, lo mismo que el de la “corona”, que es otra expresión simbólica de las mismas ideas, pues esas dos palabras (en latín cornu y corona) están muy próximas entre sí. Es conocido que la corona es la insignia del poder y la señal de una jerarquía elevada, también encontramos una relación con los cuernos en el hecho de que éstos también están situados en la cabeza, parte del cuerpo que representa la idea de una “sumidad”. 



Empero, hay algo más: la corona era primitivamente un aro ornado de puntas en forma de rayos; y los cuernos, análogamente, se consideran como figuración de los rayos luminosos, como vemos en la representación de Moisés basada en el texto de Exodus 34:29-30. El describe a Moisés descendiendo del Monte Sinaí, con el rostro “emitiendo rayos de luz”.



 La palabra hebrea “qaran” como verbo equivale a “emitiendo rayos de luz” pero como sustantivo significa “cuerno”. De tal manera la Biblia Latina describía, adecuadamente simbolizado, el resplandeciente rostro de Moisés como “quod cornuta esset facies sua”.

En el Gráfico anterior añado diversas representaciones de Moisés en las que aparece con sus “cuernos”.
Los rayos luminosos son adecuados como atributo de la potencia, ya sea, según los casos, sacerdotal o real, es decir, espiritual o temporal, pues la designan como una emanación o una delegación de la fuente. misma de la luz, según en efecto lo es cuando es legítima.



Podrían darse múltiples ejemplos, de proveniencia muy diversa, de cuernos empleados como símbolos de potencia; particularmente, se los encuentra así en la Biblia, y más en especial aún en el Apocalipsis, donde en este texto se extiende a cualquier potencia que fuere, sea maléfica o benéfica.



En el texto se encuentran los cuernos del Cordero, pero también los de la Bestia. Como en la tradición hebrea el cuerno (shofar) es utilizado para convocar entre otras cosas a las asambleas.



Este significado simbólico del cuerno, que representa el poder de convocatoria, permite una interpretación del carácter maléfico que tiene los medios de comunicación como “los cuernos de la Bestia”.
Para terminar señalamos como ya hizo René Guenon la vinculación de los cuernos y las coronas, pero en el orden vegetal con las espinas. La corona de espinas de Cristo de la que, se dice, eran de acacia, se aproxima así, a la corona de rayos luminosos.



Recordemos también que Ammón mismo era denominado “Señor del doble cuerno” (Libro de los Muertos, cap. CLXV). Y que Alejandro Magno es posible que haya llevado un casco ornado de dos cuernos. El Corán refiere que Alejandro Magno, que en el mundo árabe era conocido como Iskandar o Dhu al-qarnayn (“el de los dos cuernos”), fue uno de los héroes sobre los que más se escribió en la literatura árabe, persa y turca–, acompañado por Khidr, “el verde”, fue a buscar la Fuente de la Vida en el País de las Tinieblas (sura 18, versículos 59-81).



Parece ser que la palabra griega Keraunós, que designa el ‘rayo’, parece derivar también de la misma raíz; observemos a este respecto que el rayo hiere habitualmente las sumidades, los lugares o los objetos elevados; y hay que tener en cuenta también la analogía del relámpago con los rayos luminosos.



Otra aspecto sobre el que querría fijar la mirada es sobre el emblema de la corona que aparece en el Pilar sobre el nombre de María, pues en la tradición hebrea, Kéter, la ‘Corona’, ocupa la sumidad del árbol sefirótico.



En otros escritos que he realizado, he intentado hacer aproximaciones entre la tradición oriental, especialmente la taoísta, y la occidental. La tradición occidental, creo, está genuinamente representada por la católica. La tradición católica es heredera de la hebrea, y en esta me ha parecido encontrar un paralelismo especial entre sus dos fundadores, me refiero al ya tratado Moisés y a Fu-Xi.





Ahora simplemente haré una exposición gráfica de sus atributos más característicos, que acabamos de tratar, me refiero a sus cuernos. Más adelante escribiré sobre estas aproximaciones que relacionan diferentes fundadores con los mismos atributos.




viernes, 8 de enero de 2010

El Árbol de Navidad

El Árbol de Navidad



A propósito de la Navidad y del “Árbol” que utilizamos para representarla. Advierto que tiene unas profundas raíces en la tierra fértil de la tradición católica. Para comenzar a desarrollar esta propuesta, reproduzco un fragmento de las visiones que tuvo la Venerable Anna Katharina Emmerich, agustina del convento de Agnetemberg en Dülmen, Westfalia, nacida en el año 1774, y transcritas por Clemens Brentano.


«El Magnificat es un cántico de acción de gracias por el cumplimiento del Sacramento que bendijo la Vieja Alianza.
Durante la oración de María ví la sucesión ininterrumpida de todos sus antepasados. Hubo en el transcurso de los años tres veces catorce matrimonios sucesivos en los que el padre es siempre hijo del matrimonio precedente. De cada uno de estos matrimonios salía un rayo de luz que iba a parar a María que ahora estaba rezando.

Árbol con los 42 antepasados en el tronco, lo inicia Abraham


Por momentos crecía ante mis ojos esta representación, como un árbol genealógico con ramas de luz que se fuese ennobleciendo cada vez más hasta que por fin, en un lugar muy preciso del árbol de luz, vi empezar a refulgir claramente la santa e inmaculada carne y sangre de María en la que Dios se haría humano. La recé con la alegría esperanzada y anhelante del niño que ve crecer ante sí el árbol de Navidad.

El conjunto era una imagen de la aproximación de Jesucristo y su Santísimo Sacramento según la carne. ¡Ay!, fue como si viese madurar el trigo en pan de vida del que estaba hambrienta.
cantar la genealogía de Nuestro Señor ante el Santísimo Sacramento el día del Corpus encierra en sí un grande y profundo misterio. También supe con ello que entre los antepasados de Jesús según la carne hubo quienes no fueron santos sino pecadores y que no por eso dejaron de ser peldaños de la escala de Jacob por la que Dios descendió a la humanidad, igual que permanece en los obispos indignos la fuerza de consagrar el Santísimo Sacramento y conferir el Orden sacerdotal con todos los poderes que le acompañan».





Se observará que tres veces catorce es cuarenta y dos (3 x 14 = 42), número formado por las letras hebreas Mem y Beth que figuran en el mandil del tercer grado escocés antiguo y aceptado. La letra Beth tiene 2 por valor numérico y la letra Mem tiene 40, de tal manera que su suma da 42. Una relación simbólica con este número, lo encontramos también en las fechas litúrgicas y conmemorativas que se celebran en la Basílica del Pilar. Si contamos los días transcurridos desde la fecha de la aparición mariana a Santiago, 2 de Enero hasta la festividad del Pilar, 12 de Octubre, comprobaremos que transcurren 10 meses lunares. Se puede inferir que se refiere a el tiempo de gestación humana, y si como en muchas tradiciones este tiempo se cuenta desde la concepción y no desde la última regla, veremos que median 42 semanas.

Esta imagen reproduce el árbol genealógico de los 62 antepasados desde Adán. Si contamos desde Abraham, podemos ver que cuentan 42 antepasados.

El Canónigo Crampon explica en sus notas que San Mateo quiso encerrar toda la genealogía de Jesús en un marco sistemático, en el que cada período compuesto de catorce generaciones reproduce dos veces el número siete, sagrado entre los judíos... Citemos también a Orígenes, que precisa que las 42 estaciones que los hebreos pasaron en el desierto antes de llegar al Jordán, en busca de la Tierra prometida, representan un doble misterio: "Cristo descendió hasta nosotros a través de 42 antepasados según la carne, como por otras tantas estaciones, y es a través del mismo número de estaciones que los Hijos de Israel ascendieron hasta el lugar en que comienza la herencia prometida" ("27ª Homilía sobre los Números").



La imagen del árbol genealógico de Jesucristo es la que dibujó el Abad Joaquin da Fiore, como vemos están representadas las 42 generaciones que precedieron a Jesús según el apóstol Mateo. Joaquín da Fiore las anota mediante tres X (xxx) que representa al número 30 en cifras latinas, por ser este el número aproximado de los años que tiene una generación.

Pero no sólo hay luz en esa lista. Lo verdaderamente conmovedor de esta genealogía es que ninguno de los dos evangelistas ha «limpiado» la estirpe de Jesús. En su árbol genealógico no se ocultan las «manchas» que en él pudiera haber, como el hijo ilegitimo y el matrimonio vergonzoso. Los evangelistas hacen aparecer a Farés, hijo incestuoso de Judá; Salomón, hijo adulterino de David. Se puede decir que Cristo desciende de bastardos. De alguna manera está aquí expresada la ocasional estirpe bastarda de la cadena apostólica.
Y también no era frecuente que en las genealogías hebreas aparecieran mujeres, pues además de María, en esta aparecen cuatro y las cuatro con historias tristes. Tres de ellas son extranjeras (una cananea, una moabita, otra hitita) y para los hebreos era una infidelidad el matrimonio con extranjeros. Tres de ellas son pecadoras. Sólo Ruth pone una nota de pureza. No se oculta el terrible nombre de Tamar, nuera de Judá, que, deseando vengarse de él, se vistió de cortesana y esperó a su suegro en una oscura encrucijada. De aquel encuentro incestuoso nacerían dos ascendientes de Cristo: Farés y Zara. Y el evangelista no lo oculta. Y aparece el nombre de Rajab, pagana como Ruth. y «mesonera», es decir, ramera de profesión. De ella engendró Salomón a Booz.
Y no se dice: «David engendró a Salomón de Betsabé», sino, abiertamente, «de la mujer de Urías». Parece como si el evangelista tuviera especial interés en recordarnos la historia del pecado de David que se enamoró de la mujer de uno de sus generales, que tuvo con ella un hijo y que, para ocultar su pecado, hizo matar con refinamiento cruel al esposo deshonrado.


El tema iconográfico del árbol de Jesé tiene sus raices en el Antiguo Testamento, en la profecía de Isaias 11:1-2 "Una rama saldrá del tronco de Jesé, una flor surgirá de sus raices. Sobre el reposará el espíritu de Yave..." Jesé era el padre del Rey David y según las profecías el mesías procedería de la Casa de David. La genealogía de Cristo nos aparece en la Biblia en Mateo 1:1-17 y en Lucas 3:23-38; en ambas genealogías, los evangelistas tratan de conectar a Jesús con David por la profecía mesianica, pero en ambos se hace la conexión a través de José, el cual solo era "padre putativo" pero la ley judia acepta este hecho como de pleno derecho genealogico y conexión a la familia del progenitor adoptivo. Jesús mismo en el Apocalipsis de San Juan dice (Ap 22,16) "Yo soy la raiz y retoño de David" incluyendose dentro de los descendientes de David. 




Por otro lado, la tradición con los Padres de la Iglesia y los teologos medievales, identifican la genealogía de Jesé con la Virgen Maria, y este hecho viene dado por la forma de interpretar la traducción de la Biblia de San Jerónimo; San Jerónimo nos dice "et egredietur virga de radices Jesse, et flos de radice egredietur" (y una vara saldrá de la raiz de Jese, y una flor de la raiz de éste saldrá) Virga puede ser traducido tanto como vara como virgen. Asi se identificó la vara-rama como la Virgen y la flor como Jesús.



Aquí añado un detalle de un grabado del Jesuita A. Kircher, en el que se aprecia, rodeando la Estrella de Jesús (Iod, Hei, Shim, Vau, Hei), a las 42 letras del Nombre de Dios

Vestigios Taoístas en la Basílica del Pilar


VESTIGIOS TAOISTAS
Y HERMÉTICOS EN LA BASILICA DEL PILAR
«Mi pueblo perece por falta de conocimiento»
Oseas 4,6.

Desde el punto de vista de la filosofía tradicional la obra de arte es un recordatorio; la convocación de su belleza es hacia una tesis, hacia algo que ha de comprenderse, antes que gozarse. Por renuentes que seamos a aceptar esta proposición hoy día, en un mundo que se vacía incesantemente de significado, todavía nos resulta más difícil creer que el “ornamento” y la “decoración” son, hablando propiamente, factores integrales de la belleza de la obra de arte; no ciertamente partes in-significantes, sino más bien partes necesarias para su eficacia.


Esta perspectiva nos ayuda a entender que la estructura arquitectónica y ciertos ornamentos de la Basílica del Pilar de Zaragoza tienen un carácter significante. Un detalle que lo hace singular, es que presenta los únicos vestigios de simbolismo taoísta en un templo occidental, símbolos de carácter cosmológico y alquímico. Así mismo, el templo, tiene una estructura general que representa el proceso cosmogónico chino expresado por Lao Tse y más detenidamente por el filósofo Shao-Young.


Estos signos están formados por seis líneas alternativamente continuas y discontínuas. Nos referimos a los realizados en ladrillo y presentes en las paredes externas de los cimborrios de las ocho cúpulas de las naves laterales. Pertenecen a la antigua tradición China y se atribuyen al emperador primordial Fu-Xi, son signos de base matemática binaria, representando los pares de opuestos-complementarios; uno-cero, ser-nada, yang-yin, masculino-femenino, luz-sombra, etc.

De forma coetánea a la fecha de construcción del Pilar, siglo XVll - XVIII, (el día del Apóstol Santiago del año 1681 se puso la piedra fundacional del nuevo Templo), se despliega la influencia de la Compañía de Jesús en China, y sus intentos de traducción de los conceptos Metafísicos, Religiosos, Cosmológicos, con los consiguientes intercambios culturales.
La sorprendente presencia de estos signos chinos en el “Pilar", pudiera ser debida a la influencia del Abad del Císter Juan Caramuel y la Orden Jesuítica, particularmente del P.J. Jacobo Kressa, catedrático de matemáticas del Colegio Imperial de Madrid, y que en el año 1696, a instancias del Conde de Perelada, desempeña la peritación de las obras de construcción de la Basílica.
Se puede afirmar que el estamento religioso y científico de la época, especialmente el P. J. Kressa, recibió una gran influencia intelectual del monje cisterciense Juan Caramuel de Lobkowitz, nacido en Madrid en 1606, y que murió en Vigevano un año después de ser colocada la piedra fundacional del nuevo Templo del Pilar. Según Menendez y Pelayo este abad del Císter fue: " El más erudito y fecundo de los polígrafos del siglo XVII El crítico de arte Bruno Zevi dice: “Cuando Alejandro VII hablaba de arquitectura se sabía que su fiel asesor era el monje cisterciense Juan Caramuel”

Debemos tener en cuenta que en el año 1655 subió al solio pontificio el Papa Alejandro VII, y que fue el mayor defensor de las tesis jesuíticas sobre el asunto de los “ritos chinos”. El obstáculo principal a la expansión del cristianismo residía en los desacuerdos entre las comunidades cristianas, que llevó a la querella de los ritos. Los jesuitas, por su lado, y los dominicos y franciscanos, por otro, discutían cómo había que traducir al chino el concepto cristiano de Dios y, sobre todo, si se debía permitir a los cristianos chinos el culto a Confucio y a los antepasados.
Estos signos de carácter binario fueron importados, presumiblemente por el P. Martino Martini, S.J, profesor de lengua china de Caramuel. Refiere Crasso, biógrafo de Caramuel, que esta lengua la redujo a números y la añadió a su proyecto de la Grammatica. Además como los símbolos chinos no responden a la lengua sino a las cosas, puso en práctica un método de lengua universal.


Tumba de Alejandro VII de Bernini

Este misionero fue el que intervino ante el papa Alejandro VIIl, para defender y apoyar las tesis Jesuíticas sobre el asunto de los “Ritos Chinos”, defensa que logró un decreto favorable en 1656, aceptando los ritos condenados anteriormente.
Este decreto favorable que hacía garante de catolicidad a la Iglesia Romana, fue derogado posteriormente por la constitución (Ex illa die ) de Clemente XI de 1715. En cuanto se hizo efectiva determinó la prohibición de la prédica cristiana en el “país del medio” por Kang-Hi, emperador que podría haber soñado en ser el Constantino de la China.

Otra vía de relación con estos símbolos se abrió gracias a la correspondencia establecida con el Colegio Romano y con Leibniz por el P. Jesuita Joaquín Bouvet, astrónomo y matemático, perteneciente a la misión francesa.
La primera descripción del sistema de numeración binario, aparece en la obra “Mathesis Biceps” de J. Caramuel, síntesis de todo el saber matemático de su época, publicada en el año 1667.


Dibujo Sobre un retrato de Juan Caramuel

De tal forma que Caramuel es el primer matemático que describe el sistema de numeración binario, y esto treinta años antes que lo hiciera Leibniz, su más famoso divulgador.

Considerando estos antecedentes, podemos ver así que este hexagrama, formado por seis líneas, alternativamente continuas y discontinuas, corresponden en lenguaje informático a un «byte» de seis «bit». De tal modo que sería el primer templo occidental que utilizaría las cifras del lenguaje informático para representar ideas y símbolos abstractos.
Como anteriormente expresamos, en este sistema de representación, si asignamos, como ya lo hizo Leibniz, a la raya continua el valor uno y a la raya partida el valor cero, comprobamos que reproduce al número 42 en cifras binarias.

En la tradición Taoista este hexagrama representa la unión del Cielo y la Tierra, el espíritu y la materia, el azufre y el plomo, el Sol y la Luna, el fuego y el agua.
El proceso alquímico total está representado por este Hexagrama, pues la la unión del Trigrama Li y del Trigrama K'an, representa la conjunción de los dos ingredientes con los que se prepara el Elixir.
La operación alquímica se realiza simbólicamente mediante el descendimiento de la línea discontinua (yin) de Li «cristalización del espíritu», y el ascenso de la línea continua (yang) de K'an, «sublimación de la simiente y de la energía»
Este hexagrama representa esencialmente la interpenetración del Fuego con el Agua, o el Sol con la Luna, correspondiendo en la iconografía tradicional cristiana con la mujer del Apocalipsis, "Vestida de Sol y con la Luna bajo sus pies".


Altorrelieve de la Asunción de la Virgen María en la Basílica del Pilar 

En el Catolicismo así es representada la Virgen María, y así aparece en la Basílica del Pilar.
El tratado de Alquimia, de “Lo K'uan Yú” comenta:
«La permanencia en el centro para realizar la unidad del cielo y la tierra se consigue sólo uniendo el sol y la luna.
El sol representa el corazón, y la luna, la cavidad Tan T’ien inferior, simbolizados respectivamente por el dragón y el tigre. Cuando se alcanza la unificación del cielo y la tierra, las luces del sol y la luna se funden frente a la cavidad original del espíritu en el centro de la cabeza donde los tres tesoros se unen (la fuerza generativa, la vitalidad y el espíritu), donde asientan el corazón y el intelecto vacíos, y no hay ni yo mismo ni otros.»
Correspondencia Numérica
Como vemos en el esquema, esta formado por seis líneas, alternativamente continuas y discontinuas. 


Si asignamos, como ya hemos dicho, a la raya continua el valor uno, y a la raya partida el valor cero, es decir si vemos en esta figura un número representado en sistema binario, sistema de numeración implícito ya entre los antiguos chinos, veremos que representa al número 42.
Existen en las dos puertas que jalonan al «Pilar» desde el humilladero, unas figuras que subrayan el significado estrechamente determinado por el valor numérico y simbólico de este hexagrama llamado «Wei-chi».
Podemos realizar una aproximación apoyándonos en la representación cifrada del número 42, con lo que corroboraremos su propósito y el conocimiento de su significado.

Estas dos puertas presentan las imágenes siguientes: el Sol y la Luna, el Pilar del Éxodo hebreo y el arco iris como signo de la “Alianza Noaquita”.
Estas tres agrupaciones presentan un nexo común, y es el de conjugar la relaciones bipolares entre el “Fuego” y el “Agua”, es decir las relaciones entre el trigrama «Li» y el trigrama «K’an».
1º *El “Sol” y la“Luna”;
2º *El pilar del Éxodo que era de “Fuego” por la noche y de “Nube” por el día;
3º *y El “Arco Iris” que resulta de la interpenetración de la luz o “fuego solar” con el “agua de las nubes”.
La puerta derecha que jalona el pilar representa el «Signo de la Alianza» o arco iris, y podemos advertir en física que 42º es precisamente el ángulo de refracción del rayo de “Sol” que penetra en la gota de “Agua”.


El arco iris es el signo de la alianza establecida con Noé, padre de las tres razas, y por tanto el signo de la Alianza Universal. Esta Alianza es la establecida con los «pueblos» de las naciones gentiles descendientes de Noé, la figura de Melquisedec, rey de Salén, se cuenta entre ellas y lo atestigua de forma impresionante. El gentil Job como así mismo Confucio pertenecen a la alianza de Noé, que en cierto modo puede considerarse como el ámbito de las religiones de la humanidad. La Iglesia, al venerar a esos «gentiles santos», atribuye también cierta validez a sus actos de culto y de servicio divino.

El sacrificio de Noé, ofrecido en el altar erigido por él, encuentra el agrado de Dios. Dios le promete a continuación que el orden cósmico será estable a partir de entonces: «Mientras dure la tierra habrá sementera y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche» (Gén 8,22). Y Dios sella su alianza con la humanidad y con toda la vida mediante el signo celestial del arco iris (Gén 9,12-17). Esta vinculación entre el culto y el orden cósmico significa que en las religiones de la humanidad se viven genuinas adoraciones de Dios ( Religio Perennis ).
Refiriéndonos al “Pilar” del Éxodo veremos que ya Orígenes, en sus Homilías sobre los Números precisa que las 42 estaciones que los hebreos pasaron en el desierto antes de llegar al Jordán, en busca de la Tierra prometida, representan un doble misterio: "Cristo descendió hasta nosotros a través de 42 antepasados según la carne, como por otras tantas estaciones, y es a través del mismo número de estaciones que los Hijos de Israel ascendieron hasta el lugar en que comienza la herencia prometida"

La fiesta judía y cristiana de la Pascua deriva de los capítulos XII y XIII del Éxodo que describen la salida de los Israelitas de Egipto, así como la larga marcha de cuarenta años por el desierto del Sinaí hacia la Tierra Prometida, marcha que se pautó en cuarenta y dos etapas. Para Filón de Alejandría (20 a.J.C. - 45 dj.C.), como para todos los judíos, la Pascua recordaba la salida de Egipto; representando también, «el pasaje del alma del mundo de los sentidos al de la razón».
Añado un fragmento de las "Homilías sobre el Exodo" de Orígenes, esta titulada: «El tabernáculo».
«Si alguno comprende bien la salida de los hebreos de Egipto, o el paso del mar Rojo, y todo el camino recorrido por el desierto, y cada uno de los 42 emplazamientos de los campamentos, si ha sido capaz de estas cosas y por eso ha recibido la Ley de Dios escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; si alguno, digo, llega a estas cosas según grados progresivos, de manera que cumpliendo en espíritu cada una de las etapas, ha conseguido también el crecimiento de las virtudes que en ellas se simbolizan, ése puede consiguientemente llegar también a la visión y a la comprensión del tabernáculo».
Y todavía en la Homilía V, al comentar la lectura del Éxodo, hecha en (1 Co. 10, 1-4):
«Ya veis cuánto se distingue la lectura histórica de la interpretación de Pablo: lo que los judíos piensan que es el paso del mar, Pablo lo llama bautismo; lo que ellos consideran nube, Pablo lo presenta como el Espíritu Santo..



Columna ante Moisés en el Paso del Mar Rojo, pintura de la Capilla Sixtina


Cito los versículos a los que me refiero: Exodo 13, 21-22
21. E iba el Señor delante para mostrarles el camino, de día en una columna de nube y por la noche en una columna de fuego. sirviéndoles de guía en el viaje, día y noche.
22. Nunca faltó la columna de nube durante el día, ni la columna de fuego por la noche delante del pueblo.
El éxodo de los israelitas por el desierto, pautado por esa división en 42 etapas, para alcanzar la Tierra Prometida, lugar de la Sabiduria y la Paz, tiene ricos significados para Origenes, uno de los más profundos y originales Padres de la Iglesia. Añado más comentarios de este Padre de la Iglesia sobre el peregrinaje de Egipto a la Tierra Prometida, las etapas del desierto y los grados de la vida espiritual, dicen:
«Estas sucesivas acampadas en el desierto son las etapas por las que se lleva a termino el viaje de la tierra al cielo. ¿Ouien podrá ser hallado suficientemente capaz, suficientemente enterado de los secretos divinos, para poder describir las etapas de este viaje, de esta ascensión del alma, explicando los trabajos o los descansos que son propios de cada una de estas paradas? Si hay alguien que se atreva a explicar el sentido de cada una de las etapas y a sacar de la inteligencia de sus nombres las características de cada una de las acampadas, no sé si su espíritu será capaz de soportar el peso de tan grandes misterios, o si el de sus oyentes será capaz de comprenderlo... Por lo que a ti se refiere, si no quieres caer en el desierto sino llegar al país que fue prometido a tus padres, no aceptes quedarte en parte alguna de esta tierra, no tengas nada en común con ella. Que el Señor sea tu único lote, y tú no caerás jamás. Se trata de la subida desde Egipto a la tierra de las promesas: las descripciones místicas que nos han sido hechas nos enseñan, como he dicho, la ascensión del alma hasta el cielo y la resurrección de los muertos».
También Origenes comenta sobre el tránsito: « se llega pasando por el lavatorio de la regeneración... En la regeneración por el agua somos sepultados con Cristo: en la regeneración del fuego y del Espíritu, somos hechos iguales al cuerpo de la gloria de Cristo».
También el Sol y la Luna, desde el punto de vista astronómico, tienen correspondencia con el número 42, que venimos tratando.


Esta relación la encontraremos cuando se establece su conjunción astronómica, es decir, cuando se producen los eclipses solares. Estos eclipses pueden esperarse en familias cuyos miembros están separados por ciclo de Saros.
Durante este periodo de Saros se produce el mismo número de eclipses solares, concretamente 42.
El número 42 tiene un simbolismo análogo entre la antigua tradición china y la Católica, como pretendemos mostrar.
Los eclipses de Sol, sólo pueden ocurrir en Luna Nueva, y cerca de los nodos de la órbita de la Luna. El tiempo entre pasajes sucesivos de la Luna a través de sus nodos es llamado el mes Dracónico, y es igual a 27,2 días.
El tiempo entre sucesivas Lunas Nuevas o Llenas, es llamado el mes Sinódico, y es igual a 29,5 días. Si tomamos 223 meses sinódicos y los comparamos con 242 meses dracónicos podemos ver que son casi iguales. Este período es el llamado Saros, y equivale a 18 años, 10 días.
Esto significa que los eclipses pueden esperarse en familias cuyos miembros están separados por ciclo de Saros.


Estos “Ciclos de Saros” los estudió Beda el Venerable (673-735) doctor de la Iglesia que se encuentra en la Santa Capilla
La cosmología de Beda está expuesta en su De Rerum Natura, y De Temporibus, tratado que nos interesa especialmente por citar los ciclos de Saros, relacionados con el número 42 y el calendario metónico, usado todavía por los judíos, en cuyo calendario, cada mes comienza en o cerca de la Luna.


El interés principal que tuvo Beda por los ciclos solilunares de Saros, fue porque son determinantes en el cálculo de la fecha de Pascua. Se vienen intentando varias mejoras en la técnica desde el comienzo del siglo VIII, cuando Beda creó su cronología y su «cálculo con los dedos», hasta la actual época del “cálculo digital” en que aún persiste una diferencia, entre los ortodoxos y católicos, sobre la fecha de la Pascua, que mantiene su controversia.


Dibujo que he esbozado de la escultura de Beda el Venerable que aparece en el "cielo" de la Santa Capilla.

Me atrevo a apostillar que si inclinaran la cabeza ante la Virgen del Pilar, alcanzarían el “centro” espacial y el “momento” temporal, estando todo conforme a lo que Ella representa como detentora de la “Sabiduría del Centro”, de tal manera que conforme al simbolismo acogido, unificaría mediante una alianza (iris) el tiempo (saros) y el lugar (columna del éxodo).
Vínculo a un vídeo con imágenes de carácter intuitivo sobre estas relaciones:
http://www.youtube.com/watch?v=LFtkqhldK9c
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